El altruismo en animales y personas es un fenómeno que ha sorprendido
desde siempre a los científicos. Cuidar de los congéneres, incluso
poniendo en peligro nuestra propia vida, parece ir en contra del sentido
común. Si de lo que se trata es de transferir nuestros genes a futuras
generaciones, ¿por qué arriesgar ese objetivo facilitando que puedan
hacerlo otros y no nosotros?
Lo cierto es que, más allá de esos
casos excepcionales en los que efectivamente el altruismo escapa a toda
lógica, en el resto de situaciones, este comportamiento es en realidad
muy conveniente, y de hecho, ayuda a que la especie se desarrolle mejor y
garantice su supervivencia. La empatía que sentimos por otros seres
vivos forma parte esencial en el camino del éxito para nuestro
desarrollo, y nos proporciona una ventaja palpable ante otras especies
que no actúan de este modo.
Frans de Waal es un biólogo de los
Países Bajos que se ha especializado en la psicología social de los
primates. Considerado una de las 100 personalidades más influyentes del
mundo, el científico autor del aclamado “El mono que llevamos dentro” se
adentra en este libro en el estudio del altruismo y la empatía en el
ser humano y en otros animales.
Los dos rasgos, según de Waal, ya
se encuentran en nuestros parientes más próximos (además de en delfines
y elefantes, por ejemplo), de modo que se trata de características de
comportamiento que hemos heredado de nuestros antepasados homínidos.
Tanto es así que, durante la larga historia de nuestra evolución, deben
haber jugado un papel importante en la consolidación de nuestra especie.
El
autor, en “La edad de la empatía”, trata de rastrear los orígenes de
estas aparentes virtudes, y acaba contradiciendo a aquellos que
consideraban al Hombre como a un ser egoísta y poco desprendido con sus
semejantes. La conclusión final es que el altruismo y la empatía forman
parte indeleble de la lista de rasgos que nos hacen humanos, y que no
seríamos lo mismo sin ellos.
Eso no quiere decir que otras
especies no los presenten. De hecho, los zoólogos y naturalistas han
presenciado notables episodios de comportamiento altruista en algunos
animales, y no precisamente relacionados con un elevado nivel de
inteligencia, lo que sugiere que estamos ante algo destacado en la
evolución. En el caso del ser humano, no sería pues algo que debamos
aprender primero, sino algo que somos por naturaleza.
Frans de
Waal, hábil contador de historias y un divulgador de primer orden, nos
regala en su obra con un rico anecdotario, siempre ofreciendo un
lenguaje sencillo y perfectamente comprensible para el lector. El libro,
que agradará a los interesados por la psicología y la biología en
general, se cierra con un gran número de notas y de recomendaciones
bibliográficas.
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