La investigación se basa en el mecanismo urticante de la Hydra magnipapillata, un pequeño pólipo de agua dulce que no tiene ojos. Las hidras, que pertenecen al filo Cnidaria en el cual se incluyen anémonas de mar, corales y medusas, son básicamente bocas rodeadas de tentáculos armados con células urticantes.
El equipo de David Plachetzki (ahora en la Universidad de California en Davis), Caitlin Fong y Todd Oakley, del Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina en la Universidad de California en Santa Bárbara, descubrió un sistema nervioso simple que asocia las células urticantes con células nerviosas que detectan rudimentariamente la luz.
Las células nerviosas expresan un conjunto de genes que incluye a los de las proteínas opsinas, sensibles a la luz. Estos componentes son básicamente los mismos que los de la maquinaria de detección de luz en los animales con ojos, incluyendo al Ser Humano.
Los investigadores encontraron que la hidra disparaba menos sus "dardos" urticantes bajo una luz brillante que bajo una luz tenue. Cuando los científicos bloqueaban uno de los componentes del sistema de captación de luz, la hidra actuaba como si estuviera bajo una luz tenue y disparaba más sus dardos urticantes, como si percibiera la sombra delatadora de un animal pasando ante ella.
Hidra. (Foto: David Plachetzki/UC Davis)
No todos los parientes evolutivos de la hidra pertenecientes al filo Cnidaria carecen de ojos. Pero todos los animales de ese filo tienen células urticantes.
En animales del filo Cnidaria, esta capacidad de regular las células urticantes mediante neuronas sensibles a la luz pudo haber precedido a la evolución de los ojos, tal como argumenta Plachetzki.
En investigaciones futuras, se intentará aclarar cómo se relaciona lo descubierto en el estudio con la evolución de los ojos en otros grupos de animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario