Una variante genética contra el arsénico sugiere que la evolución humana continúa
Científicos descubren que poblaciones de los Andes
han adaptado su ADN para resistir los altos niveles de este veneno en
el agua potable de la zona
La adaptación humana es sensible al contexto, sugiere una
investigación realizada por científicos suecos. Los resultados de este
estudio han revelado la prevalencia de una variante genética que
metaboliza el arsénico de forma más eficiente y menos tóxica, en
poblaciones de los Andes que durante miles de años han consumido agua
potable con altos niveles de este veneno. El descubrimiento señala que
la evolución humana sigue adelante, afirman los investigadores.
Estudios realizados en poblaciones de aldeas argentinas de los Andes,
concretamente en una región donde el agua contiene elevadas cantidades
de arsénico, han revelado la prevalencia de una variante genética que
metaboliza el arsénico de forma más eficiente y menos tóxica, en
comparación con individuos de otros grupos indígenas de Sudamérica y
América Central.
Bajo la dirección de la Universidad de Lund y la Universidad de Uppsala,
en Suecia, los investigadores estudiaron por primera vez si las
personas que habitan en determinadas zonas presentan genes que les
protegen del arsénico.
Este estudio, publicado en la revista Environmental Health Perspectives,
fue financiado en parte mediante el proyecto PHIME (“Impacto en la
salud pública de la exposición a largo plazo a concentraciones bajas de
elementos variados en estratos sensibles de la población”), al que se
adjudicó un total de 13,4 millones de euros a través del área temática
“Calidad y seguridad de los alimentos” del Sexto Programa Marco (6PM) de
la UE.
Miles de años de preparación
“Sabemos que muchas bacterias y plantas poseen genes que aumentan
la resistencia al arsénico, una sustancia altamente tóxica que se
encuentra en la tierra y en el agua en muchos lugares del mundo»,
explica la profesora Karin Broberg, de la Universidad de Lund.
“No se han realizado investigaciones con anterioridad sobre si las
personas que habitan en estas regiones también poseen genes que les
protejan contra el arsénico”.
En estudios previos se halló un vínculo entre los niveles elevados
de arsénico en el agua de beber y problemas de salud como cardiopatías y
diabetes, así como una mayor morbilidad infantil y riesgo de
desarrollar cáncer.
Según publica Cordis,
esta conexión se detectó recientemente en algunas regiones del mundo,
como en Bangladesh. Sin embargo, en los Andes, el agua contiene arsénico
desde hace miles de años, debido principalmente a las elevadas
concentraciones de esta sustancia tóxica presentes en el lecho rocoso y
también a la actividad minera que data de la época precolonial.
Anteriormente se habían descubierto momias de 7.000 años de
antigüedad en el norte de Chile que contenían niveles elevados de
arsénico en el cabello y en los órganos internos.
En el estudio referido, los investigadores examinaron los genes de
indios atacameños de San Antonio de los Cobres, Argentina, que llevaban
viviendo en el lugar durante muchas generaciones. Compararon sus genes
con los de distintos grupos indígenas y mestizos de Perú y con grupos
indígenas de Colombia y México.
Adaptación sensible al contexto
Según los investigadores, más del 66 % de los individuos
argentinos estudiados portaban una variante genética que acelera el
metabolismo del arsénico, frente al 50 % de los individuos peruanos y
apenas el 14 % de los individuos pertenecientes a otros grupos
indígenas.
“Se observó que las personas que viven en las regiones montañosas
de Argentina metabolizaban el arsénico de una forma inusualmente
eficiente”, afirma la profesora Broberg, especialista en medicina del
trabajo y medioambiental. “Esto significa que la toxina abandona el
organismo de forma más rápida y menos tóxica en lugar de acumularse en
el tejido”.
La revista ScienceOmega publica que los resultados de este estudio demuestran que la evolución sigue teniendo importancia en la humanidad moderna.
En esta misma revista, Broberg afirma que el hecho de que la
población analizada haya llegado a metabolizar de manera más efectiva
este tóxico supone, además, que la adaptación (biológica) es sensible al
contexto.
En cuanto a la evolución en marcha del ser humano, las
conclusiones de este estudio coinciden en parte con las alcanzadas por
una investigación
realizada con los registros de 6.000 personas finlandesas nacidas entre
1760 y 1849, en la que se determinó que la selección natural sigue
teniendo lugar en nuestra especie y que por lo tanto la humanidad
continúa evolucionando, al igual que las demás especies.
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