Científicos
estadounidenses han logrado que ojos trasplantados ubicados muy lejos
de la cabeza en un modelo de rana puedan conferir visión sin una
conexión directa neural en el cerebro. La investigación evidencia la
notable capacidad del cerebro, o plasticidad, para procesar datos
visuales procedentes de los ojos fuera de lugar, incluso cuando se
encuentran lejos de la cabeza.
En el experimento, se extirparon quirúrgicamente los ojos de un embrión primordio donante de Xenopus,
marcados con proteínas fluorescentes, se injertaron en la región
posterior de embriones receptores, lo que indujo al crecimiento de ojos
ectópicos, y se eliminaron los ojos naturales de los receptores, dejando
solo los ectópicos. La microscopía de fluorescencia reveló distintos
patrones de inervación, pero ninguno de los animales desarrolló nervios
que conectaran los ojos ectópicos con el cerebro o la región craneal.
Para
determinar si los ojos ectópicos transmitían información visual se
desarrolló un sistema controlado por ordenador de entrenamiento visual
en el que los cuadrantes de agua fueron iluminados por luces LED de
color rojo o azul y que podía administrar una descarga eléctrica leve a
los renacuajos que nadaban en un cuadrante particular. Su respuesta a
las luces no fue diferente de la de un grupo control de renacuajos con
ojos naturales intactos, una respuesta que no demostraron renacuajos sin
ojos o renacuajos que no recibieron descarga alguna.
Los
resultados sugieren una plasticidad notable en la capacidad del cerebro
para incorporar las señales de varias regiones del cuerpo en los
programas de comportamiento que se habían desarrollado con un diseño
corporal específico y diferente.
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