Según la investigación, uno de los primeros miembros del género 'Homo' que vivió en el este de África hace dos millones de años, probablemente un 'Homo erectus', además de cazar gacelas y otros animales de tamaño relativamente pequeño, practicaban la carroña y aprovechaban los restos que grandes predadores dejaban de antílopes y ñus para comerse sus cerebros. Los científicos sostienen que esto aportaba a su dieta un extra de grasa y nutrientes. Ello habría dado al Homo Erectus la energía necesaria para evolucionar hacia un tamaño mayor de cuerpo y de cerebro y para aumentar su capacidad para recorrer mayores distancias, según explica Ferraro en la revista ScienceNews.
Los científicos han llegado a este conclusión después de analizar huesos de animales --en la excavación se ha encontrado un elevado número de cráneos, en los que había marcas de cortes realizados con instrumentos de piedra--. Los científicos creen que ello prueba que el hombre consumía este tipo de carne. A juicio de Ferraro, el elevado número de cráneos y mandíbulas de antílopes y animales de tamaño similar permite pensar en un escenario en el que los homínidos comían las cabezas que los grandes felinos dejaban tras despedazar el resto del cuerpo.
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