Contar con un o una modelo de gran atractivo físico para anunciar un producto sólo ayuda a incrementar las ventas bajo ciertas situaciones, según un nuevo estudio. Parece que todo depende del contexto y del planteamiento del anuncio.
A veces, la presencia de esa persona atractiva hace más persuasiva la publicidad, pero en otros casos el efecto es justo el contrario, y en otros no tiene efecto alguno. Ésta es la conclusión a la que han llegado Janne van Doorn y Diederik A. Stapel (ambos de la Universidad de Tilburgo, en los Países Bajos). En cuatro experimentos, los autores del estudio han demostrado que el contexto lo es todo cuando se trata de evaluar el papel que ejerce esa persona atractiva que presenta un producto o servicio.
El equipo de investigación constató que la mayor influencia positiva del o la modelo se da cuando esa persona atractiva abre el anuncio y sirve como pista de que a continuación se va a ofrecer un producto o servicio atractivos.
Cuando se vinculan explícitamente en el mismo marco visual a una persona atractiva y al producto o servicio anunciado, los consumidores responden de modo más específico, y sólo son influidas las evaluaciones de los productos o servicios anunciados.
Finalmente, cuando se usa el atractivo del o la modelo como argumento explícito a favor de la calidad de lo que se anuncia (un producto de belleza, por ejemplo), el impacto depende de la propia maleabilidad de los consumidores y su actitud hacia sí mismos.
Específicamente, los consumidores que crean que pueden mejorar su apariencia, podrían ver el atractivo del o la modelo como argumento relevante a favor de comprar el producto de belleza anunciado (y otros no anunciados).
En cambio, cuando los consumidores creen que no es posible mejorar su apariencia física, no verán la belleza del o la modelo como un argumento convincente para comprar el producto anunciado.
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