Una magdalena y una taza de té son suficientes para desatar la epifanía
sensorial y mnemónica de Proust en "Por el camino de Swann".
Recientemente un estudio ha confirmado la teoría lanzada por Marcel Proust en “En busca del tiempo perdido”.
El conocido ‘fenómeno proustiano” propone que los olores tienen más
poder que cualquier otro sentido para ayudarnos a traer a nuestra mente
recuerdos del pasado. Según los científicos de la Universidad de Utrecht
(Países Bajos), la especial incidencia del olor en nuestra memoria podría estar relacionada con la proximidad entre el bulbo olfatorio –que
nos ayuda a interpretar los olores- y la amígdala y el hipocampo,
regiones de nuestro cerebro que controlan las emociones y la memoria.
La
investigación se realizó con 70 mujeres estudiantes. Mientras veían
vídeos para estimular la aversión, los científicos impregnaron el
ambiente con grosella negra, dirigieron las luces a la pared del fondo y
jugaron con música neutra en el entorno. Las que percibieron el olor de
la grosella recordaron más detalles sobre la película y encontraron sus
recuerdos más desagradables.
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