No solo se cruzaron con neandertales, también pudieron relacionarse con otras formas ancestrales del género homo antes de salir de África
Día 05/09/2011 - 21.37h
Las relaciones «íntimas» entre seres humanos modernos y neandertales
están bien documentadas. Ocurrieron hace unos 65.000 años, cuando ambos
linajes ya habían emigrado a Europa. Los encuentros dejaron como fruto
una huella imborrable que se encuentra en el 2% del genoma de todos los
Homo sapiens del planeta, a excepción de los africanos. Incluso dicen
que reforzó nuestro sistema inmunológico.
Pero, ese sexo entre «especies» pudo haber sido más.... variado. Y
haber ocurrido antes. Una nueva investigación realizada por científicos
de la Universidad de Arizona sugiere que, ya antes de salir de África, los humanos anatómicamente modernos pudieron haberse cruzado no solo con los famosos artistas de las pinturas rupestres, sino también con otras formas ancestrales del género Homo, como el Homo erectus o el Homo habilis.
En
el caso de los neandertales, anteriores estudios elaborados con ADN de
huesos de neandertal señalan que el mestizaje se produjo después de que
los humanos modernos emigraran de su patria africana hacia los parajes
más frescos de Euroasia. Si algo semejante había sucedido antes en
África resultaba un misterio. Sin embargo, en un artículo publicado en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS),
el equipo dirigido por el investigador Michael Hammer cree que es muy
posible que, en efecto, estos encuentros comenzaran en la cuna de la
humanidad.
«Hemos encontrado pruebas de hibridación entre humanos modernos y formas arcaicas en África. Parece que nuestro linaje ha estado siempre intercambiando genes con sus vecinos morfológicamente distintos»,
dice Hammer. En el caso de los neandertales, los avances en biología
molecular permitieron confirmar este cruce gracias al ADN, pero, por
desgracia, en los climas tropicales es prácticamente imposible encontrar
muestras tan antiguas, así que el método empleado por los científicos
para su investigación fue muy distinto. «No podemos mirar directamente
un ADN de 40.000 años y hacer una comparación directa», explica Hammer.
En tres poblaciones subsaharianas
Para
superar este obstáculo, el equipo siguió un método de cálculo y
estadística. «Nos fijamos en el ADN de humanos modernos que pertenecen a
poblaciones africanas y buscamos regiones inusuales en el genoma»,
señala el investigador. Para ello, fueron secuenciadas vastas regiones del genoma de muestras tomadas en seis poblaciones diferentes que viven hoy día en África, especialmente en los grupo subsaharianosMandenka, Biaka y San.
«Descubrimos tres regiones genéticas diferentes que se ajustan a los
criterios del ADN arcaico todavía presentes en los genomas de los
subsaharianos. Curiosamente, esta firma fue más fuerte en las
poblaciones de África central», dice Hammer. Algunos de ellos pertenecen
a comunidades pigmeas.
«Creemos que probablemente se produjeron miles de cruces», continúa el investigador. «Sucedía de forma relativamente extensa y con regularidad», por lo que todos los seres humanos de hoy en día pueden llevar en su «código de barras» la marca de unos linajes ahora extintos.
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