Científicos de la Universidad de
Massachusetts utilizan residuos de heces fecales para estudiar los
movimientos de los ancestros del ser humano, por ejemplo de poblaciones
de hace 7300 años, en latitudes tan altas como el círculo Ártico de
Noruega, en las islas Lofoten.
Antes, los marcadores para rastrear la
actividad humana habían sido los restos de carbón de las primeras
fogatas, o el polen de las plantas que cultivaban. Afortunadamente,
encontraron que los componentes del excremento emiten una señal muy
fuerte.
Descubrieron que el coprostanol, un
producto de la digestión del colesterol en el sistema humano, es un
marcador increíblemente certero. Por ejemplo, encontraron una relación
con los cambios climáticos de esas épocas, entre los años 2,040 y 1,900
a.C, y después alrededor del año 1705 a.C, cuando hubo un declive en la
actividad humana y en su población.
“Esta área se encuentra en el límite
norte de posibilidades de agricultura. Las más ligeras variaciones en
las temperaturas de las estaciones afectarían enormemente a las
poblaciones”, dice el investigador Robert D’Anjou.
Por otro lado, cuando hubo tiempos de
prosperidad, “encontramos un punto alto de residuos fecales, justo
cuando hubo un aumento dramático de fuegos en el área, asociados con la
agricultura de tala y quema”, afirma D’Anjou
Se espera que éste método se utilice
para complementar la información que no se tiene segura sobre la
actividad humana. “Es sólo otra cosa que deja huella en el medio
ambiente”, dice D’Anjou, “y las cosas buenas pueden venir de los lugares
más inesperados”.
[BBC]
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