Que los niños de edades más tempranas construyan y entiendan en general
metáforas denominadas “universales” o “casi universales” (utilizadas en
todas o casi todas las culturas) y luego desarrollen las
“específicamente culturales” (propias de algunas sociedades) indica que
el conocimiento humano se construye de forma universal, pero también
está condicionado culturalmente. Ésta es la conclusión de Marisol
Velasco, filóloga de la Universidad de Valladolid.
Actualmente persiste el debate científico sobre si las metáforas son
exclusivamente universales o culturales, es decir, si se construyen e
interpretan del mismo modo por todas las personas, o si su producción e
interpretación está condicionada culturalmente. Existe una “tercera
alternativa” que propone la existencia de “una base universal sobre la
que actúa la cultura”, y la forma en que los niños utilizan las
metáforas la avala, explica a SINC la científica, que ha participado en
el I Encuentro Internacional sobre investigación en adquisición del
lenguaje de la Universidad de Valladolid.
Hasta los cuatro años,
los niños describen los objetos con metáforas basadas en las
percepciones sensoriales como el color, el tamaño o la forma, con
metáforas basadas en el movimiento, mediante metáforas sinestésicas
(utilizando un sentido por otro), o caracterizando las cosas como
personas (metáforas fisionómicas), según certifican múltiples estudios.
En ellos, los niños dicen que una piruleta de cereza es una sartén
(similitud de forma) o sangre (similitud de color), que el movimiento de
un tapón al desenroscarse es como el de una bailarina, afirman con los
ojos tapados que una lija, áspera para un adulto, es clara u oscura o se
refieren a la foto de una galleta salada como una sonrisa humana
(similitud de forma).
Una metáfora perceptual como es asociar el
cariño al calor puede ser una metáfora extendida por todo el planeta
porque “un niño, cuando lo abrazan, siente calor y al principio no
diferencia ambos conceptos”, ejemplifica la investigadora.
Desde
los cuatro años, los niños desarrollan años, los niños desarrollan
metáforas más abstractas y de carácter más cultural (metáforas de tipo
físico-psicológico y taxonómicas), construidas sobre las universales
pero que varían según la cultura, como asociar el enfado a sentir
presión dentro del propio cuerpo (“explotar”), una unión típica de la
población norteamericana pero que se ha extendido a niños de otros
países a través de los cómics, o al modo en que la energía fluye a
través del cuerpo (China) o al propósito de ocultar o no la verdadera
intención (Japón).
Sería interesante investigar cómo los niños
bilingües adquieren los conceptos metafóricos (verbales y no verbales),
aspectos muy difíciles para el aprendizaje de idiomas, y cómo cruzan las
metáforas culturales a partir de los cuatro o cinco años, cuando se
empieza a distinguir que diferentes conceptos y la forma en que se
expresan “pertenecen a un idioma y cultura determinados”, propone la
investigadora.
Referencias bibliográficas:
J.A. Seitz, “The neural, evolutionary, developmental, and bodily basis of metaphor”, New Ideas in Psychology, 23, 74-95 (2005).
Z. Kövecses, Metaphor in culture. Universality and variation. Cambridge: Cambridge University Press (2005).
J.A. Seitz, “The biological and bodily basis of metaphor: a twostage theory of metaphor development”, Journal of Genetic Psychology. Disponible en http://www.york.cuny.edu/~seitz/bio.html (2002).
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