POR Monserrath Vargas L.
Es posible que su cerebro sea hoy más desarrollado que
el de otras especies porque sus ancestros comían hormigas y otros
insectos cuando el alimento escaseaba.
Así lo
sugiere un estudio hecho por investigadoras de la Universidad de
Calgary, Canadá, y publicado en la edición de junio del Journal of Human Evolution.
Las científicas observaron a monos carablanca ( Cebus capucinus ) durante cinco años en Santa Rosa, en el Área de Conservación Guanacaste (ACG).
Para la investigación, se enfocaron en cuatro grupos de monos, cada uno
de los cuales estaba integrado por entre ocho y 35 miembros.
Los sujetos estudiados fueron monos adultos o con al menos tres años
de edad pues los más jóvenes son menos hábiles en la recolección de
insectos. Para identificarlos se usaron características distintivas de
sus rostros, su tamaño o bien cicatrices.
Amanda
Melin, autora principal del estudio, afirmó en una publicación de la
Universidad Washington en San Luis, Misuri, que estos primates tienen
cerebros grandes, por lo que facilitan los estudios relacionados con
el tamaño cerebral y la inteligencia.
El análisis
tomó en cuenta factores como precipitación, temperatura y abundancia de
frutas, para determinar en qué momentos los monos carablanca, también
conocidos como capuchinos, recurrían a alimentos de reserva. Entre ellos
están las larvas, chinches, termitas, abejas, hormigas, avispas y
caracoles.
Así se encontró que los sujetos
estudiados comen insectos durante todo el año, pero el consumo aumenta
según las estaciones, sobre todo cuando su alimento preferido ( la
fruta madura) escasea.
“Estos resultados sugieren que los insectos son un importante alimento de reserva”, aseguró Melin.
Hallazgo.
La labor de excavar en busca de insectos cuando la comida era escasa
pudo haber “contribuido a la evolución cognitiva de los homínidos y
también a sentar las bases para lo que más tarde sería el uso de
herramientas avanzadas”, comentó Amanda Melin.
La
experta aseguró que este es uno de los primeros estudios que da cuenta
de cómo la no disponibilidad de alimento debido a la época influye en la
alimentación de los monos carablanca.
Además, dijo
que los antepasados del humano actual también se vieron obligados a
variar su dieta y consumir insectos cuando el alimento era menos
abundante, lo que a la larga pudo haber estimulado el crecimiento de su
cerebro o aportado al desarrollo de sus funciones cognitivas.
¿Por qué? Porque las búsquedas de alimento son capaces de aumentar la
destreza manual, el uso de herramientas e incluso incentivar la
solución innovadora de problemas, ante el reto de obtener los insectos
en lugares poco accesibles, tal como sucede a los monos estudiados.
“Acceder a los insectos ocultos y bien protegidos que viven en las
ramas y bajo las cortezas de los árboles es una tarea cognitivamente
exigente, pero ofrece una recompensa de alta calidad: la grasa y la
proteína que se necesitan para alimentar grandes cerebros”, manifestó
la investigadora.
Incógnita.
Así como hay semejanzas entre los monos y los ancentros de los humanos,
los científicos también han tratado de establecer lo que nos diferencia
de ellos.
La Universidad de Oxford publicó
recientemente un estudio en el que analizó la corteza frontal del
cerebro de de 25 humanos y su equivalente en 25 chimpancés.
El estudio determinó: “Hay un área en la corteza frontal humana que no
parece tener un equivalente en el mono, en absoluto. Esta zona ha sido
identificada como la responsable de planificación estratégica y la toma
de decisiones”, según el investigador principal del estudio,
Franz-Xaver Neubert.
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