lunes, 25 de mayo de 2015

Algunas hormigas construyen letrinas en sus hormigueros.

 
A excepción de los escarabajos peloteros, la mayoría de los animales hace todo lo posible por evitar los excrementos. Los humanos construyen un cuarto entero destinado a su evacuación. Esta repugnancia obedece a un buen motivo: la materia fecal es un nido de bacterias y un foco de infecciones y enfermedades.
Como nosotros, muchos insectos coloniales adoptan medidas para garantizar la higiene en sus nidos y colmenas. Las abejas melíferas abandonan la colmena en vuelos defecatorios para hacer sus necesidades. Algunas hormigas, como las cortadoras de hojas, abonan con las heces los huertos de hongos nutricios, pero solo son manipuladas por cuadrillas de basureras. Las hormigas tienen una fama reconocida de pulcras, se deshacen de las compañeras muertas fuera del hormiguero y depositan las sobras alimentarias y otros desperdicios en cámaras especiales.
Así pues, el biólogo de la Universidad de Ratisbona Tomer J. Czaczkes no ocultó su sorpresa al percatarse de la acumulación de manchas oscuras en los rincones de los nidos de escayola donde vivían sus hormigas negras de jardín (Lasius niger). Más de siete años de observaciones le han convencido de que son pilas de heces.
Para confirmar sus sospechas, añadió un colorante artificial al alimento de 21 colonias de hormigas. Y, en efecto, las manchas oscuras comenzaron a lucir brillantes tonos rojizos y azulados. Las pilas de excremento de hormiga no contenían briznas de alimento, cadáveres ni otro tipo de desperdicios, por lo que Czaczkes y sus colegas llegaron a la conclusión de que las manchas debían corresponder por fuerza a «retretes». Los resultados se dieron a conocer el pasado febrero en PLOS ONE.
Nadie sabe con certeza por qué esta especie guarda las heces en el hormiguero, sobre todo si se tiene en cuenta que los miembros de la familia Formicidae son maníacos de la limpieza. Quizá se utilice como medio de defensa, demarcación del territorio o material de construcción. O podría servir como fuente de sal y otros nutrientes. Czaczkes aventura otra posibilidad: que las heces se almacenen precisamente por su fetidez. «Las hormigas distinguen los amigos de los enemigos por el olor. Tal vez las recién nacidas vayan al aseo y tomen una especie de baño para adquirir el olor de la colonia con rapidez». Todas estas explicaciones resultan factibles, por lo que se deberá seguir investigando para averiguar cuál es la mejor.
«El próximo paso consistirá en dedicar muchas horas de observación tediosa con la esperanza de sorprender a las hormigas en el aseo», afirma. Para poder mirar con discreción un momento tan íntimo, Czaczkes tendrá que construir hormigueros con trampillas transparentes y emplear luz roja, que las hormigas no pueden ver. Así es la entomología, en definitiva.

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