Colombia. El Tiempo/GDA
Cuando Finlandia anunció que, a partir del próximo año, dejará de
impartir cursos de caligrafía en sus escuelas, el mundo encendió las
alarmas: ¿por qué el país modelo en educación desprecia la letra a mano?
Se supuso que eso obedecía al uso masivo de teclados, pero lo cierto es
que fue incomprendido. “La escritura que se realiza a mano, con
bolígrafo, no dejará de enseñarse en Finlandia, pues se considera muy
importante para adquirir destrezas y memoria”, aclaró Minna Harmanen,
del Instituto Nacional de este país escandinavo.
El
cambio es que ahora, según explicó, los niños solamente deberán aprender
los trazos de un único tipo de escritura: la letra imprenta.
Dejarán de aprender caligrafía pegada o cursiva y el tiempo que se le
dedicaba a esta destreza se empleará para enseñarles mecanografía.
Al debate se sumó el economista y grafólogo catalán Joaquim Valls,
quien asegura que sumar a mano (sin calculadora) y escribir siguen
siendo habilidades necesarias para mantener en forma cerebro, como la
clase de educación física ayuda al cuerpo, argumenta el doctor Valls, de
56 años.
Lamentablemente, sostiene el especialista,
en Estados Unidos y otras latitudes ya hay generaciones de niños que no
escriben casi nunca a mano y las consecuencias han sido graves. “Lo que
más se ve afectado es la memoria. El problema con la memoria humana es
que no tiene nada que ver con la animal. Nosotros tenemos lo que se
llaman recuerdos de futuro; es decir, yo puedo decirte: ‘Recuerda que
mañana tienes que hacer esto’. “Estos recuerdos de futuro son los que
nos permiten hacer proyectos, ser creativos.
”La
creatividad es memoria de futuro (...). La imaginación se basa en la
memoria. Por tanto, una persona que no haya entrenado su memoria a
partir, por ejemplo, de la escritura a mano, entre otras destrezas,
carecerá de capacidad de innovación”.
Valls alerta de que el que carece de la habilidad de innovar está condenado a no ganarse la vida en la actualidad.
¿Cómo entrenar la memoria?
Según Valls, la motricidad fina está en los ganglios basales, una
zona del cerebro. Todo lo que hacemos de memoria, lo hacemos con los
ganglios basales.
Así, cuando se empieza a manejar un
vehículo, la persona tiene que pensar dónde está el acelerador, el
freno, los cambios. “Toda esta información la administra la corteza
cerebral. Conforme se maneja más, se van interiorizando los pasos
necesarios para hacerlo y, al final, se hace mecánicamente”, dice.
Esto quiere decir que ese conocimiento se “comprimió” en los ganglios
basales. Ahí están todas las actividades que hacemos de memoria, el
pensamiento rápido y la motricidad fina. “Así, el niño que escribe a
mano está entrenando los ganglios basales”, recalca.
¿Y el teclado?
La gran interrogante en la actualidad es ¿cómo hacer compatibles las
habilidades que promueve la escritura “a mano” con el uso del teclado? Y
Valls responde: “Yo propongo que vayamos al gimnasio del cerebro, que
es la letra. Propongo de 10 a 15 minutos al día escribiendo mediante el
método grafotransformador.
”Se trata de
autoinstrucciones positivas. Yo les pido a mis alumnos que escriban:
‘qué guapo soy’ cinco veces seguidas, fijándose en cómo hacen la letra.
La repetición de la frase hace que esta pierda sentido y, como te estás
fijando en una letra, ya ni te das cuenta de qué estás escribiendo y la
frase va directamente al inconsciente.
”Esto es útil
en una situación complicada, porque la frase empoderante surge
automáticamente, está grabada en el inconsciente”, dice el economista y
grafólogo catalán.
Se dice que, antes de acostarse, es el momento perfecto para entrar en el inconsciente. Lo mejor es escribir por la noche.
“El cerebro tiene filtros, y justo cuando estás a punto de dormirte,
baja la guardia, y ahí es donde podemos repetirle una orden positiva
varias veces, hasta que la memoriza en el inconsciente (...). Lo mejor
sería hacer ese recuento cada noche. Parar, pensar qué puedes aprender o
qué puedes mejorar y escribir una segunda parte en positivo. Así, el
cerebro se queda con la parte positiva”.
Ojo, no solo
cuenta escribir, sino también cómo es la letra. El estudioso concluye
diciendo que el esfuerzo por “hacerla bonita” se asocia con una mayor
inteligencia emocional. “El optimismo se mejora con renglones
ligeramente ascendentes. La perseverancia, cambiando la letra ‘t’; la
gestión de emociones, trabajando la letra ‘m’”, dijo.
Los cuadernos de caligrafía siempre han tenido los renglones rectos, lo
que crea alumnos obedientes. Lo que proponemos son renglones
ligeramente ascendentes, lo cual nos hace escribir con más ganas, más
alegría. Escribir hacia abajo es síntoma de desgano, de apatía.
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