El Australopithecus sediba fue hallado en una cueva sudafricana. Su mandíbula y su dentadura se parecen a las de los humanos.
Su cerebro medía unos 420 centímetros cúbicos, un tamaño similar al de un cerebro de chimpancé. Pero su mandíbula y su dentadura recuerdan más a la humana que a la de los simios. Su tórax tenía forma de campana, como la de los primates que viven en árboles, y no de barril, como la de los humanos que corren por el suelo. Pero su columna vertebral ya tenía una estructura como la humana, con el mismo número de vértebras lumbares y la misma curvatura en la parte inferior de la espalda. Sus brazos y sus hombros también estaban diseñados para ser ágiles por las ramas. Pero sus piernas y su pelvis ya estaban adaptadas a la marcha bípeda.
Este es el retrato que hizo un equipo internacional de paleoantropólogos, dirigidos por Lee Berger, de una especie de australopiteco descubierta en Sudáfrica en 2008. Después de cuatro años de investigación, la imagen que emerge del Australopithecus sediba es la de un homínido mitad simio mitad humano. Una criatura desconcertante que los científicos aún no saben dónde ubicar en el árbol de la evolución humana.
Sus descubridores sostienen que puede ser la especie a partir de la que se originó el género humano. Le pusieron como denominación sediba precisamente porque significa manantial en la lengua sotho que se habla en la región.
Si esta hipótesis es correcta, los 7.000 millones de personas que vivimos hoy en la Tierra seríamos descendientes de un puñado de Australopithecus sediba que vivieron en Africa hace unos dos millones de años. Y, por el contrario, no seríamos descendientes de la especie de Lucy, Australopithecus afarensis , que quedaría relegada –siempre y cuando tenga consenso este nuevo plateo– a una vía secundaria de la evolución.
Por ahora ningún paleoantropólogo considera que esta hipótesis esté demostrada. Y algunos, aun reconociendo que la nueva especie aporta una valiosa pieza al rompecabezas de la evolución, se declaran abiertamente escépticos. Si los primeros humanos ya habían aparecido hace unos dos millones de años, y los restos que se han encontrado de Australopithecus sediba tienen la misma antigüedad, “llegó demasiado tarde a la fiesta para ser el ancestro de Homo”, ha declarado Brian Richmond, de la Universidad George Washington, a la revista Science. El primer fósil del australopiteco se descubrió en agosto del 2008 en el yacimiento de Malapa, en Sudáfrica.
Esos restos tan valiosos fueron encontrados por casualidad por el hijo de Lee Berger, que entonces tenía nueve años, un día que acompañaba a su padre al yacimiento. Desde entonces se han hallado más de 220 fósiles de cuatro especímenes que han permitido reconstruir el esqueleto casi completo del nuevo australopiteco.
Más de cien investigadores de varios continentes, coordinados por Berger desde la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), han trabajado durante más de cuatro años para comprender cómo era el Australopithecus sediba y qué lugar ocupó en la historia de la evolución humana. Los resultados del trabajo se presentaron ayer en seis artículos en la web de Science.
Estos resultados amplían los de las primeras investigaciones de la nueva especie que se presentaron en el 2010 y el 2011. Los últimos datos indican que el sediba tiene múltiples rasgos en común con el Australopithecus africanus que vivió poco antes en la misma región y con los humanos que vivieron poco después. En cambio, comparte menos rasgos con la especie de Lucy, que se extinguió en el este de Africa hace 2,9 millones de años. Berger propone que el Australopithecus sediba pudo ser descendiente del africanus y ancestro del género Homo.
Como se ve entonces, muchas posibilidades están abiertas para catalogar a este nuevo integrante de la familia del hombre. Pero ninguna de ellas puede confirmarse hasta el momento. Se necesitan más estudios para saber cuál sería la definitiva.
Una hipótesis alternativa sería que el linaje humano fuera descendiente del africanus, pero no del sediba. También cabe la opción de que no fuera descendiente de ninguno de los dos. La solución al enigma la pueden aportar los restos de Little Foot, otro australopiteco descubierto en Sterkfontein, a 15 kilómetros de Malapa.
Las investigaciones sobre Little Foot, que probablemente tiene unos tres millones de años de antigüedad, todavía están en curso.
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