viernes, 3 de junio de 2011

Los machos de ‘Australopithecus’ se quedaban ‘en casa’

Un equipo internacional de científicos ha descubierto, gracias al análisis de dientes fosilizados de entre 2,4 y 1,7 millones de años de antigüedad hallados en cuevas de Sudáfrica, que las hembras de Australopithecus africanus y Paranthropus robustus se desplazaban del lugar de nacimiento y cambiaban de grupo a lo largo de su vida mientras que los machos se quedaban cerca ‘de casa’.

“Cuando alcanzaban la edad adulta, los machos permanecían en su comunidad de origen mientras que las mujeres se marchaban para unirse a otros grupos”, explica a SINC Sandi Copeland, autora principal del estudio e investigadora del departamento de Evolución Humana del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck (Alemania).

El estudio, publicado ahora en Nature, ha permitido analizar, a través del uso de isótopos del estroncio, el esmalte dental de 19 homínidos (ocho Australopithecus africanus y once Paranthropus robustus) cuyos restos se hallaron en las cuevas Sterkfontein y Swartkrans (Sudáfrica).

Los resultados demuestran que solo el 10% de los dientes de homínidos macho no pertenecían a la zona local, mientras que más de la mitad de los dientes de hembras procedía de fuera. “Cerca del 90% de los homínidos macho crecieron en la misma zona donde murieron, es decir, cerca de las cuevas”, apunta Copeland, quien añade que los machos permanecían en el mismo grupo social durante toda su vida.

Según los investigadores, los Australopithecus se caracterizaron por un patrón de dispersión femenino, ya que las hembras no crecieron en las inmediaciones de las cuevas donde se encontraron los fósiles.

Este patrón de dispersión de las hembras aún puede observarse en chimpancés y bonobos. En otros primates, como los gorilas que tienen harenes dominados por un macho, los machos jóvenes se veían obligados a abandonar el grupo familiar.
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Una de las razones por las que las hembras abandonaban el lugar de nacimiento era evitar la endogamia,como ocurre con los chimpancés. “En parte, la dispersión de las hembras es impuesta por las estrategias reproductoras de los machos de chimpancés, aunque éstos no empujan físicamente a las hembras fuera de su territorio”, asegura la experta. Este patrón en los homínidos es “de forma parcial” el resultado de la cooperación entre machos.

El uso de análisis de isótopos del estroncio del esmalte dental ha permitido arrojar luz sobre el lugar donde vivían los homínidos. El estroncio, un elemento que aparece de forma natural en piedras y en la tierra, es absorbido por las plantas y animales y se puede encontrar en trazas de dientes de mamíferos, por lo que los isótopos del estroncio reflejan las condiciones geológicas específicas y revelan la ubicación de un individuo en concreto.

Los investigadores distinguieron los dientes de macho de los de hembra comparando el tamaño de sus molares para intentar averiguar por qué los machos se quedaban ‘en casa’. La investigación sugiere que los machos preferían la vegetación o el paisaje dominado por dolomitas donde es posible que hubiera una gran abundancia de cuevas. Por eso no se desplazaban.

“Estos homínidos tenían dietas altamente variables. No sabíamos si eso implicaba que los machos se movieran a menudo. Pronto vimos la diferencia entre machos y hembras”, declara Julia Lee-Thorp, coautora del estudio y especialista en el análisis de isótopos de esmalte dental de fósiles del Laboratorio de Investigación de Arqueología y de Historia del Arte en la Universidad de Oxford (Reino Unido).

Los resultados también pueden explicar la evolución del bipedismo, pero las distancias tan pequeñas que realizaban desde el hogar estos homínidos “podría implicar que el bipedalismo evolucionó por otras razones”, manifiesta Copeland.

El equipo de científicos asumió que los homínidos procederían de zonas no locales, ya que la evolución del bipedalismo permitió en parte a los individuos recorrer distancias más largas. Sin embargo, el estudio demuestra que el bipedalismo apareció por razones diferentes a las de mejorar la locomoción: muchos homínidos “simplemente” preferían vivir en lugares de sustratos de dolomitas.

Los investigadores analizaron también más de 170 plantas y animales modernos en un radio de 50 km de las dos cuevas, y tomaron como muestras once sustratos geológicos diferentes. La distancia mínima de las cuevas a las áreas no locales es de unos tres km hacia el sureste, 6,5 km hacia el noroeste y más de 30 km hacia el noreste y suroeste. (Fuente: SINC)

La parte del cerebro que más usamos para decidir que una pieza musical es improvisada

Un pianista toca sin partitura una canción que no conocemos. ¿Cómo usamos el cerebro para decidir si esta melodía está improvisada o sólo memorizada?

Unos investigadores del Instituto Max Planck para las Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas en Leipzig, Alemania, estudiaron a músicos de Jazz con el propósito de descubrir qué áreas cerebrales son especialmente sensibles a las características del comportamiento improvisado, al menos en cuanto a música.

Peter Keller y Annerose Engel del instituto antes mencionado, investigaron la actividad cerebral de esos músicos de Jazz mientras estos escuchaban pequeños fragmentos de melodías improvisadas o versiones ensayadas de las mismas melodías.

Los oyentes juzgaban si cada melodía escuchada era improvisada o no.

Keller y Engel comprobaron que la amígdala, parte del sistema límbico, estaba más activa mientras los músicos escuchaban improvisaciones reales.

Por tanto, la amígdala parece estar implicada en la detección del comportamiento espontáneo, lo que concuerda con estudios que muestran la intervención de esta estructura cuando los estímulos son difíciles de predecir, o son novedosos o ambiguos en su significado.

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 Activación incrementada en tres zonas del cerebro al escuchar melodías juzgadas como improvisadas. (Foto: © MPI for Human Cognitive and Brain Sciences)



En los experimentos también se comprobó que si una melodía era juzgada como improvisada, independientemente de que en realidad lo fuera, se generaba una mayor actividad en una red formada entre otras regiones, por el opérculo frontal y la ínsula anterior.

lunes, 30 de mayo de 2011

De nuevo Piaget no logra atinar

A los doce meses los humanos ya han desarrollado una capacidad de raciocinio que se fundamenta en el razonamiento puro, al margen de la experiencia previa. Así se demuestra en un trabajo coordinado por Luca Bonatti, investigador de la Universidad Pompeu Fabra, basado en experimentos con niños en edad preverbal. Ante una serie de objetos en movimiento, los bebés elaboraron expectativas concretas sobre su evolución.

Los seres humanos hacemos predicciones sobre el futuro compilando diferentes fuentes de información, guiados por el conocimiento abstracto, y elaborando posibles expectativas sobre las nuevas situaciones que se nos presentan. Es decir, en los humanos, ante una nueva situación, son primordiales las predicciones racionales más que las basadas en la mera experiencia.

Esta capacidad humana de raciocinio extremadamente rica, poderosa y coherente ya se manifiesta en la infancia, según las conclusiones de un estudio coordinado por Luca Bonatti, investigador ICREA del Grupo de Investigación Reasoning and Infant Cognition (RICO), de la Unidad de Cognición y Cerebro del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universidad Pompeu Fabra, y que se publicó el 27 de mayo en la portada de Science.

Luca Bonatti ha coordinado un equipo internacional integrado por investigadores del Centro de Desarrollo Cognitivo y de la Academia de Ciencias de Budapest (Hungría), del MIT y de la Universidad de California (EE UU), de la Universidad de Venecia (Italia) y del CNRS de la Universidad de Aix-Marseille (Francia).

En su trabajo, los autores han demostrado que ante una variedad de estímulos complejos, los bebés adoptan un comportamiento preciso y racional, una capacidad que han denominado como “razonamiento puro”.

El objetivo del estudio ha sido demostrar cuáles son las bases del razonamiento puro identificado en los bebés. La capacidad racional de los niños se evalúa, generalmente, midiendo el tiempo de respuesta a un determinado estímulo visual que actúa como indicador de sorpresa y novedad.

En el niño, el estímulo visual le despierta una mayor atención cuanto más alejado está de sus expectativas según su experiencia previa, o cuanto más sorprendente es el estímulo concreto para él. Esta respuesta al estímulo es la que se ha analizado en un conjunto de experiencias diseñadas a tal fin. Los datos obtenidos han constituido la base analítica sobre la que se han extraído los resultados de este relevante estudio.

El estudio se ha llevado a cabo en bebés de doce meses de edad que aún no han desarrollado la capacidad del habla, o sea, en situación preverbal, y ha constatado que cuando a los bebés
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Un bebé observa los objetos en movimiento durante el experimento. (Foto: UPF)
se les muestran diferentes objetos complejos en movimiento, los niños elaboran expectativas precisas sobre el comportamiento de estos mismos objetos en su futuro inmediato.

En el experimento, a los bebés se les muestran escenas similares a un bombo de la lotería, con diferentes objetos moviéndose en el interior y uno de ellos saliendo después de períodos variables de oclusión. Las escenas contenían tanto información probabilística sobre qué objeto era probable que saliera a continuación, como información dinámica sobre el movimiento de objetos.

Los bebés lo hacen sin haber tenido ninguna experiencia similar previa en el pasado, integrando diferentes fuentes de información de una manera óptima y aplicándola en el lugar preciso. El comportamiento racional que desarrollan frente a estímulos variables y múltiples se puede precisar y se ha comprobado que sigue una función estocástica de tipo bayesiano. (Fuente: UPF)