viernes, 1 de agosto de 2014

La oscuridad hizo más listo al ser humano



























Según una investigación reciente de la Universidad Libre de Ámsterdam, los esquemas almacenados en el cerebro hacen que interpretemos los datos visuales de una u otra manera.

Este mecanismo se exacerbaría en la oscuridad: psicólogos como Richard Wiseman han hecho notar que las visiones espectrales se manifiestan casi siempre durante las horas en las que se producen claroscuros.

El estudio mencionado explica que, por ejemplo, solemos deducir cuál es la reflectancia –cantidad de luz reflejada por la superficie– de los objetos a partir de sus sombras, que sirven de base para componer toda la figura.


Evidentemente, este proceso produce muchos fallos, pero también estimula nuestra psique. El antropólogo británico Chris Stringer nos recuerda que el cerebro del Homo sapiens, menos voluminoso que el de los neandertales, tiene más desarrollados los lóbulos temporales y la corteza orbitofrontal, áreas relacionadas con la capacidad de anticiparse y desentrañar aquello que desconocemos.


La profesora de la Universidad de Oxford Eiluned Pearce completa esa idea. En un estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B Journal llegaba a la conclusión de que la extraordinaria agudeza visual del Homo neanderthalensis fue en realidad su perdición, pues esa ventaja con respecto a nuestra especie redujo sus lóbulos frontales.

De algún modo, fue en detrimento de su capacidad para imaginar y adentrarse en los límites del pensamiento. Quizá somos los descendientes de quienes supieron adaptarse a la noche: su cerebro era más apto para descifrar los misterios de las tinieblas.

miércoles, 30 de julio de 2014

¿Cómo influyen los genes en la percepción del dolor?



Como-influyen-los-genes-en-la-percepcion-del-dolor-1.jpg Wavebreakmedia Ltd/Wavebreak Media/Thinkstock
Aunque la sensación de dolor no sea algo placentero y de vez en cuando hubiéramos deseado no tenerla en lo absoluto, lo cierto es que esta cumple una función crucial en nuestras vida: la de alejarnos de aquellas cosas dañinas para el organismo. Pero, al parecer, ni todos sentimos de la misma manera ni todos tenemos esta capacidad. Los científicos se han preguntado en los últimos tiempos cuál es el rol de los genes en la percepción del dolor. He aquí qué se sabe acerca de ello.
Ver también: 5 curiosidades sobre el dolor

¿Todos sentimos dolor?

Los responsables de percibir el dolor en el cuerpo humano son los llamados nervios sensitivos del dolor o nociceptores, quienes envían señales a la médula espinal, que a su vez se interconectan con varias partes del cerebro. Pero a lo largo de este proceso de transmisión participan determinadas proteínas que son sintetizadas en los códigos genéticos. ¿Pero es posible que no todos sintamos dolor?
La insensibilidad congénita al dolor es una afección que aparece muy rara vez en la población. Las personas que la padecen no sienten dolor. Es una condición genética que afecta solo la percepción del dolor, no el sentido del tacto.
Como-influyen-los-genes-en-la-percepcion-del-dolor.jpg moodboard/moodboard/Thinkstock
Los niños que sufren esta enfermedad están siempre en peligro, pues el desafío propio de la infancia y la adolescencia los coloca en situaciones de riesgo. Justamente, el dolor nos previene de cometer acciones que podrían ser fatales para nuestras vidas.
Ver también: ¿Cómo actúa la morfina para calmar el dolor?

Genes que influyen en la percepción del dolor

Como decíamos, el proceso de percepción del dolor es complejo e involucra las cadenas de ADN. Cualquier mutación puede romper estos enlaces y afectar los nervios de la sensibilidad. Las personas que padecen insensibilidad congénita al dolor tienen afectados algunos genes responsables de esta tarea.
Cuando esto sucede, estos genes dejan de codificar las proteínas necesarias. Los científicos han encontrados dos tipos principales de genes involucrados en la percepción dolorosa.
Como-influyen-los-genes-en-la-percepcion-del-dolor-2.jpg Purestock/Thinkstock
Primero, los que garantizan las proteínas encargadas del desarrollo y la cantidad de noniceptores. Segundo, los que codifican las proteínas responsables de la actividad propiamente de los nervios sensitivos del dolor. Es un sistema de señales eléctricas que permite la sensibilidad al dolor.
Este grupo de genes incluyen códigos para unas estructuras llamadas canales de iones, encargados químicamente de detectar y transmitir información relacionada con el dolor.
Finalmente, es importante decir que, si establecemos que los cambios genéticos influyen en cómo sentimos dolor, es lógico que estas respuestas del cuerpo sean distintas para cada persona en dependencia de sus propias cadenas genéticas. Ante la más sutil alteración de los códigos pudiera haber una variación el comportamiento del organismo. Y esto ocurre justamente por la función central que ocupan los genes en la percepción del dolor.