jueves, 6 de agosto de 2009

El Ancestro Común de Humanos y Simios Pudo Surgir en Asia y No en Africa



Según una nueva investigación, un nuevo primate fósil encontrado en Myanmar (conocida anteriormente como Birmania) sugiere que los ancestros comunes de humanos y monos evolucionaron a partir de primates de Asia, y no de África como creen muchos investigadores.


Determinar el origen de los primates antropoides (humanos y simios) a partir de primates más primitivos conocidos como prosimios (lémures, tarseros o tarsios, y sus parientes extintos) ha sido uno de los objetivos principales de la investigación paleoantropológica de los últimos años.

Antes de los recientes descubrimientos en China, Tailandia y Myanmar, la mayoría de los científicos consideraba que los antropoides se originaron en África. El descubrimiento del esqueleto del primate fósil conocido como "Ida" a comienzos de este año en Alemania ha llevado a algunos científicos a sugerir que los primates antropoides evolucionaron a partir de ancestros similares a los lémures conocidos como adapiformes.

Según Chris Beard, paleontólogo del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburg, Pensilvania, y miembro del equipo internacional de investigadores que ha realizado la investigación, el nuevo primate, denominado Ganlea megacanina, denota que los primeros primates se originaron en Asia y no en África. Estos primeros antropoides asiáticos diferían radicalmente de los adapiformes como Ida, lo cual indica que Ida tiene un parentesco más cercano con los lémures modernos que con los monos y los humanos.

Los fósiles de Ganlea megacanina de 38 millones de años, desenterrados en varios puntos de Myanmar central, pertenecen a un nuevo género y especie. El animal tenía dientes caninos muy grandes que lo distinguen de sus parientes primates más cercanos. El intenso desgaste dental indica que el Ganlea megacanina utilizaba sus grandes dientes caninos para abrir frutas tropicales con cáscaras duras y acceder a las nutritivas semillas de su interior.

Esta inusual adaptación para la alimentación es de una clase nunca antes documentada en los primates prosimios, pero es característica de los monos sakí modernos de América del Sur que habitan en la Cuenca del Amazonas. El Ganlea muestra que los primeros antropoides asiáticos ya habían asumido hace 38 millones de años el papel ecológico de los monos modernos.

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* Scitech News

lunes, 3 de agosto de 2009

La Tabula raza

COMO LOS RECUERDOS ANTIGUOS SON REGRABADOS Y A VECES MODIFICADOS

Unos investigadores de la Universidad McGill, en Canadá, han descubierto una serie de mecanismos moleculares que regulan el modo en que nuestros cerebros evocan, restauran e incluso modifican recuerdos viejos. Este proceso, llamado reconsolidación de la memoria, altera radicalmente el modelo más aceptado sobre cómo funciona la memoria. La teoría antigua es que, una vez se graba un recuerdo en el cerebro, permanece básicamente estático en él hasta que el soporte se dañe.


El equipo conducido por el profesor Karim Nader ha descubierto que los recuerdos relacionados con miedos muy intensos no sufren inicialmente la reconsolidación, pero con el paso del tiempo (del orden de un mes o algo así) incluso estos recuerdos pueden ser objeto de dicho proceso.
Éste nuevo hallazgo se basa en la investigación previa de Nader, que mostró que es posible borrar químicamente los recuerdos de temor en las ratas, y contribuyó a esclarecer la neurobiología de la memoria, además de mostrar que los recuerdos a largo plazo pueden ser desbloqueados e incluso modificados. Los descubrimientos de Nader han desafiado a los puntos de vista tradicionales sobre la base neuronal de la memoria.
Además, en el nuevo estudio los autores han identificado algunos de los mecanismos cerebrales que determinan si un recuerdo sufrirá o no la reconsolidación.
Los nuevos hallazgos profundizan en el conocimiento del mecanismo molecular básico a través del cual el cerebro controla qué recuerdos sufren o no la reconsolidación.
El bloqueo de la reconsolidación ha sido sugerido como un posible nuevo tratamiento para víctimas de trastornos psicológicos, incluyendo las alteraciones en las que intervienen recuerdos inquietantes que el sujeto evoca una y otra vez sin poder evitarlo, como sucede por ejemplo con el Trastorno por Estrés Postraumático. Los resultados de esta investigación indican que las terapias para tratar este trastorno basadas en la reconsolidación no deberían ser aplicadas a los pacientes poco tiempo después de haber sufrido el trauma. El motivo es que los recuerdos extremadamente fuertes no pueden pasar por la reconsolidación hasta varios meses después de que el sujeto haya experimentado el trauma.
En una investigación previa en la que Nader participó, se demostró que la reconsolidación interrumpida puede usarse para aliviar el sufrimiento de pacientes con Trastorno por Estrés Postraumático crónico. La terapia incluye la administración de un medicamento común para la presión sanguínea, el propranolol, cuando el sujeto narra o rememora detalladamente un evento traumático. El propranolol bloquea parcialmente la reconsolidación del miedo asociado con el recuerdo.
Los resultados obtenidos en esta línea de investigación indican que las personas con los traumas más antiguos responderán mejor al tratamiento.
McGill U.

Ecolocalización humana

Un equipo de investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), España, ha demostrado científicamente que los seres humanos podemos desarrollar la ecolocalización, el sistema de señales acústicas empleado por los delfines y los murciélagos para explorar su entorno. Producir ciertos chasquidos con la lengua puede ayudarnos a identificar los objetos a nuestro alrededor sin necesidad de verlos, algo que sería de gran utilidad para las personas invidentes.


“En determinadas circunstancias, los humanos podríamos rivalizar con los murciélagos por nuestra capacidad de biosonar o de ecolocalización”, declara Juan Antonio Martínez, autor principal del estudio e investigador de la Escuela Politécnica Superior de la UAH. El equipo dirigido por este científico ha llevado a cabo una serie de pruebas, las primeras de su tipo en el mundo, para poner en práctica las habilidades infrautilizadas de ecolocalización que poseemos los seres humanos.

El equipo ha analizado las propiedades físicas de varios sonidos, y propone los más eficaces de ellos para su uso en la ecolocalización. Según Martínez, el sonido casi ideal es el chasquido con el paladar y la lengua, producido al colocar la punta de la lengua en el paladar, justo detrás de los dientes, y moverla rápidamente hacia atrás.


Los investigadores afirman que estos chasquidos palatales son similares a los sonidos producidos por los delfines, aunque a una escala diferente, pues estos animales tienen órganos especialmente adaptados y pueden producir 200 chasquidos por segundo, mientras que nosotros sólo podemos producir 3 ó 4. La ecolocalización permite medir la distancia a la que se encuentra un objeto tomando como base el tiempo transcurrido entre la emisión de la onda sonora y el eco que se recibe de dicha onda al reflejarse en el objeto.

Para aprender a emitir, recibir e interpretar sonidos, los científicos están desarrollando un método que utiliza una serie de protocolos. Este primer paso sirve para que un individuo sepa cómo producir e identificar sus propios sonidos (son diferentes para cada persona) y, posteriormente, aprenda a utilizar dichos sonidos para distinguir los objetos según sus propiedades geométricas, como se hace con los sonares de barcos y submarinos.

Algunas personas invidentes han alcanzando de manera autodidacta, por el método de prueba y error, una espectacular habilidad de ecolocalización. Los casos más conocidos son los de los estadounidenses Daniel Kish y Ben Underwood, este último considerado el mejor ecolocalizador del mundo hasta su muerte a principios de 2009.

Sin embargo, no se requieren habilidades físicas especiales para desarrollar esta capacidad. “Dos horas diarias durante un par de semanas son suficientes para aprender a distinguir si hay un objeto frente a usted, y dentro de otro par de semanas sabrá la diferencia entre los árboles y el pavimento”, explica Martínez.

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FECYT