jueves, 1 de noviembre de 2012

Una variante genética contra el arsénico sugiere que la evolución humana continúa.


Los investigadores examinaron los genes de indios atacameños de San Antonio de los Cobres, en Argentina. 
Fuente: Wikimedia Commons.

La adaptación humana es sensible al contexto, sugiere una investigación realizada por científicos suecos. Los resultados de este estudio han revelado la prevalencia de una variante genética que metaboliza el arsénico de forma más eficiente y menos tóxica, en poblaciones de los Andes que durante miles de años han consumido agua potable con altos niveles de este veneno. El descubrimiento señala que la evolución humana sigue adelante, afirman los investigadores.
Estudios realizados en poblaciones de aldeas argentinas de los Andes, concretamente en una región donde el agua contiene elevadas cantidades de arsénico, han revelado la prevalencia de una variante genética que metaboliza el arsénico de forma más eficiente y menos tóxica, en comparación con individuos de otros grupos indígenas de Sudamérica y América Central. Bajo la dirección de la Universidad de Lund y la Universidad de Uppsala, en Suecia, los investigadores estudiaron por primera vez si las personas que habitan en determinadas zonas presentan genes que les protegen del arsénico.
Este estudio, publicado en la revista Environmental Health Perspectives, fue financiado en parte mediante el proyecto PHIME ("Impacto en la salud pública de la exposición a largo plazo a concentraciones bajas de elementos variados en estratos sensibles de la población"), al que se adjudicó un total de 13,4 millones de euros a través del área temática "Calidad y seguridad de los alimentos" del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. "Sabemos que muchas bacterias y plantas poseen genes que aumentan la resistencia al arsénico, una sustancia altamente tóxica que se encuentra en la tierra y en el agua en muchos lugares del mundo», explica la profesora Karin Broberg, de la Universidad de Lund.
"No se han realizado investigaciones con anterioridad sobre si las personas que habitan en estas regiones también poseen genes que les protejan contra el arsénico". En estudios previos se halló un vínculo entre los niveles elevados de arsénico en el agua de beber y problemas de salud como cardiopatías y diabetes, así como una mayor morbilidad infantil y riesgo de desarrollar cáncer.
Según publica Cordis, esta conexión se detectó recientemente en algunas regiones del mundo, como en Bangladesh. Sin embargo, en los Andes, el agua contiene arsénico desde hace miles de años, debido principalmente a las elevadas concentraciones de esta sustancia tóxica presentes en el lecho rocoso y también a la actividad minera que data de la época precolonial. Anteriormente se habían descubierto momias de 7.000 años de antigüedad en el norte de Chile que contenían niveles elevados de arsénico en el cabello y en los órganos internos.
En el estudio referido, los investigadores examinaron los genes de indios atacameños de San Antonio de los Cobres, Argentina, que llevaban viviendo en el lugar durante muchas generaciones. Compararon sus genes con los de distintos grupos indígenas y mestizos de Perú y con grupos indígenas de Colombia y México.
Adaptación sensible al contexto.
Según los investigadores, más del 66 % de los individuos argentinos estudiados portaban una variante genética que acelera el metabolismo del arsénico, frente al 50 % de los individuos peruanos y apenas el 14 % de los individuos pertenecientes a otros grupos indígenas.
"Se observó que las personas que viven en las regiones montañosas de Argentina metabolizaban el arsénico de una forma inusualmente eficiente", afirma la profesora Broberg, especialista en medicina del trabajo y medioambiental. "Esto significa que la toxina abandona el organismo de forma más rápida y menos tóxica en lugar de acumularse en el tejido".
La revista ScienceOmega publica que los resultados de este estudio demuestran que la evolución sigue teniendo importancia en la humanidad moderna.
En esta misma revista, Broberg afirma que el hecho de que la población analizada haya llegado a metabolizar de manera más efectiva este tóxico supone, además, que la adaptación (biológica) es sensible al contexto.
En cuanto a la evolución en marcha del ser humano, las conclusiones de este estudio coinciden en parte con las alcanzadas por una investigación realizada con los registros de 6.000 personas finlandesas nacidas entre 1760 y 1849, en la que se determinó que la selección natural sigue teniendo lugar en nuestra especie y que por lo tanto la humanidad continúa evolucionando, al igual que las demás especies.
Referencia bibliográfica:
Schlebusch, C. M., et al., Possible Positive Selection for an Arsenic-Protective Haplotype in Humans, Environmental Health Perspectives, 2012.

El lenguaje oral parece derivar de la música

En oposición a las teorías predominantes, las cuales sugieren que la música y el lenguaje están separados cognitivamente, o que la música es un subproducto del lenguaje, un grupo de especialistas sostiene ahora que las habilidades musicales son los fundamentos ocultos de la habilidad de aprender un lenguaje hablado.

"El lenguaje hablado es un tipo especial de música", define provocadoramente Anthony Brandt, profesor de composición y teoría en la Escuela Shepherd de Música, dependiente de la Universidad Rice en Houston, Texas, y coautor del polémico y fascinante estudio. "Usualmente se considera que el lenguaje es fundamental para la inteligencia humana, y a menudo se piensa que la música depende o es resultado del lenguaje. Pero desde el punto de vista del desarrollo, sostenemos que la música es lo primero y que el lenguaje deriva de la música".

El equipo de Brandt, Molly Gebrian de la misma escuela de música, y L. Robert Slevc, profesor de psicología en la Universidad de Maryland en College Park y director del Laboratorio de Cognición de la Música y el Lenguaje de la misma universidad, desafía el criterio predominante de que la cognición de la música madura más lentamente que la cognición del lenguaje y es más difícil. Estos investigadores creen que la música y el lenguaje se desarrollan casi al mismo tiempo.

Los bebés inicialmente no distinguen bien entre su idioma natal y los demás idiomas del mundo. Durante el primer año de vida, poco a poco mejoran en su idioma materno. De modo similar, los bebés inicialmente no distinguen bien entre sus tradiciones musicales natales y las de otras culturas; ellos comienzan a mejorar en su propia cultura musical al mismo tiempo que mejoran en su idioma natal.

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¿Es el lenguaje un subconjunto de la música? (Imagen: Amazings / NCYT / MMA / JMC)

Hay muchas conexiones entre escuchar hablar y escuchar música. Por ejemplo, reconocer el sonido de consonantes distintas requiere un procesamiento rápido en el lóbulo temporal del cerebro. De manera similar, reconocer el timbre de instrumentos diferentes requiere un procesamiento temporal a la misma velocidad, un rasgo de la audición musical que a menudo se ha pasado por alto, tal como subraya Brandt.

Aunque la música y el lenguaje pueden ser cognitiva y neuralmente distintos en los adultos, Brandt y sus colegas sugieren que desde el punto de vista de un niño muy pequeño, el lenguaje es simplemente un subconjunto de la música.

Brandt cree que una mayor investigación sobre este tema podría conducir a comprender mejor por qué la terapia musical es útil para las personas con trastornos de la lectura y del habla. Las personas con dislexia a menudo tienen problemas para seguir el ritmo de una composición musical. Muchas personas con déficits del lenguaje también tienen déficits musicales.