miércoles, 10 de junio de 2015

Los chimpancés saben cuándo tienen razón


Al igual que los humanos, los chimpancés son conscientes de que saben ciertas cosas, reflexionan sobre lo que están pensado y actúan en consecuencia, una habilidad que se conoce como metaconocimiento. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de distintas universidades estadounidenses tras estudiar las respuestas que ofrecían varios de estos primates durante unas pruebas diseñadas para analizar su capacidad memorística.

En un estudio publicado en la revista Cognition, estos científicos apuntan que, como las personas, los chimpancés también manifiestan confianza o falta de ella cuando se encuentran ante un dilema. Para demostrarlo, idearon unos test que pretendían medir cuánto y cómo recordaban diversos sucesos. Cuando completaban satisfactoriamente uno de ellos, se les advertía mediante una señal sonora y se les entregaba una golosina.

No obstante, el reparto se producía al cabo de unos segundos y a una cierta distancia de donde se encontraba el animal, lo que le obligaba a desplazarse hasta ese lugar para recogerla. Es más, si no lo hacía, la golosina era retirada y no podía recuperarla. En esencia, esto ofrecía al chimpancé dos opciones: podía esperar a saber a ciencia cierta si había pasado la prueba, gracias al aviso sonoro, y luego correr para ver si era capaz de recoger su comida antes de que esta se perdiera; o bien podía ir al lugar antes de tener la completa certeza de ello. Pues bien, los investigadores observaron que los chimpancés efectuaban esto último mucho más a menudo cuando hacían correctamente las pruebas que cuando fallaban en ellas.

Aunque los resultados no demuestran que los chimpancés hayan desarrollado la misma experiencia consciente que los humanos, reflejan una forma de control cognitivo similar, que influye en su toma de decisiones. Ahora, los científicos pretenden determinar si otras especies, primates o no, muestran capacidades parecidas.

Creatividad y psicosis


























Desde hace bastante tiempo se ha insinuado que la psicosis y la creatividad guardan ciertas similitudes (la historia está llena de genios locos o excéntricos como Vincent van Gogh). Muchos estudios han concluido que las personas altamente creativas tienden a tener más “desinhibición cognitiva” que el resto de las personas, lo que conduce a que filtren mucho menos los estímulos o datos que les rodean, una característica que también se presenta en los desórdenes psicopáticos leves.

Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de deCODE Genetics (con sede en Islandia), especializada en el estudio del genoma y el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del Kings College de Londres (Reino Unido) ha revelado que los genes asociados a la creatividad pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastorno bipolar y esquizofrenia.

Para su estudio, los científicos analizaron los resultados de un trabajo con una muestra de 86.292 personas relativa al riesgo genético tanto de esquizofrenia como de trastorno bipolar. Además, se añadió el aspecto de “ser creativo” en todas aquellas personas pertenecientes al gremio artístico, ya fueran bailarines, músicos, escritores, actores o artistas visuales.

La comparación de los resultados reveló que aquellas personas definidas como creativas tenían un riesgo genético significativamente mayor a estos trastornos psiquiátricos que aquellas no consideradas creativas.

“Para la mayoría de los trastornos psiquiátricos, se conoce poco sobre las vías biológicas subyacentes que conducen a la enfermedad. Una idea que ha ganado credibilidad es que estos trastornos reflejan extremos del espectro normal del comportamiento humano, en lugar de ser cada uno una enfermedad psiquiátrica distinta. Al conocer que los comportamientos saludables, como la creatividad, comparten su biología con enfermedades psiquiátricas, ganamos una mejor comprensión de los procesos de pensamiento que llevan a una persona a enfermar y a desarrollar una enfermedad mental”, explica Robert Poder, coautor del estudio.

El trabajo ha sido publicado en la revista Nature Neuroscience.