jueves, 13 de junio de 2013

La cara de los humanos modernos apareció hace al menos un millón de años

Un estudio, que publica la revista PLOS ONE, ha comparado el crecimiento facial del 'chico de la Gran Dolina', fósil encontrado en Atapuerca (Burgos) perteneciente a Homo antecessor, y 'el chico de Turkana', fósil de Homo ergaster hallado en el Lago de Turkana (África).

Los datos de dicho trabajo, basados en la remodelación que sufre el hueso durante el desarrollo –que deja huellas inequívocas de la dinámica del crecimiento de cada elemento óseo–, sugieren que la cara del chico de la Gran Dolina, cuyos rasgos modernos se han utilizado como prueba de la especie de Homo antecessor, sería como la de Homo sapiens si se hubiera seguido desarrollando hasta la edad adulta –se estima que tendría entre 10 u 11 años–.

“Ahora podemos afirmar que la cara ‘moderna’ apareció en alguna población humana hace al menos un millón de años y que, por el momento, Homo antecessor sigue siendo la especie más antigua con ese rasgo anatómico tan importante”, afirma José Mª Bermúdez de Castro, del Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), que ha participado en el estudio, junto a María Martinón-Torres, del mismo grupo.

Su cara moderna está en consonancia con su tamaño cerebral, de más de 1.000 centímetros cúbicos, y con su patrón moderno de desarrollo dental.

La comparación del patrón de crecimiento facial con un individuo de su misma edad dental, el chico de Turkana, pero fallecido en el este de África hace 1,6 millones de años, ha revelado diferencias sustanciales. Aquel hominino africano fue asignado a la especie Homo ergaster y su patrón de remodelado facial responde al modelo primitivo, que los primeros Homo comparten con Australopithecus.

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'Homo antecessor' versus 'Homo ergaster'. (Foto: Cenieh)

Como explica Bermúdez de Castro, esta nueva investigación se une a otras realizadas previamente por su equipo investigador, y “nos permiten aproximarnos cada vez más a la historia evolutiva del género Homo en el último millón de años, y a la posición filogenética de Homo antecessor”.

Una de las críticas que recibió la especie Homo antecessor, tras su publicación en la revista Science en 1997, fue que varios de los individuos hallados eran juveniles. “Dicha crítica era discutible, puesto que al menos una especie de gran relevancia en la evolución humana, Australopithecus africanus, fue definida a partir de un individuo infantil”, añade el experto en Antropología dental.

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'Homo Antecessor'. (Ilustración: Kennis & Kennis)

Homo antecessor ganó en credibilidad con la obtención de especímenes de adultos y con el hallazgo de una mandíbula humana en el yacimiento de la Sima del Elefante en 2007. No obstante, quedaba por saber si la morfología moderna de la cara de Homo antecessor, estudiada en el llamado chico de la Gran Dolina, se debía tan sólo a su temprana edad de muerte, unos diez años.

“La especie Homo antecessor sale así reforzada con el estudio de su crecimiento facial”, concluye Bermúdez de Castro. (Fuente: Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana)

lunes, 10 de junio de 2013

Descodificando la actividad neuronal asociada al tacto

La percepción que tenemos del mundo es el resultado de las representaciones sensoriales en nuestro cerebro.

Dicha "reconstrucción" es realizada mediante la activación eléctrica de neuronas, en un código que contiene la información que procesa constantemente el cerebro.

Para conocer a fondo cuáles son las reglas que rigen la representación del mundo en el cerebro se necesita primero profundizar en cómo la activación eléctrica está vinculada a la experiencia sensorial.

Por esta razón, un equipo de investigadores, incluyendo a Mathew Diamond, Houman Safaai y Moritz von Heimendahl, de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA) de Trieste, Italia, ha analizado el comportamiento y la activación de redes neuronales en ratas mientras éstas afrontaban pruebas de reconocimiento táctil de objetos.

Durante los experimentos, los investigadores observaron el grado de eficiencia de las ratas (los animales debían distinguir una textura de otra), junto con la activación de un grupo de neuronas sensoriales.

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A la izquierda: Mathew Diamond. A la derecha: Con los pelos de su bigote, las ratas pueden detectar la textura de objetos de la misma forma que las personas lo hacen usando las yemas de los dedos. (Fotos: SISSA)

Ésta es la primera vez que se hace algo así, ya que hasta ahora, debido a limitaciones técnicas, los investigadores sólo habían examinado neuronas individuales.

Analizando la actividad de tales grupos de neuronas, Diamond y sus colegas pudieron descodificar con éxito la información de los pensamientos de las ratas relativa a la identidad del objeto con el cual el roedor hacía contacto.

En otras palabras, los investigadores podían saber, leyendo la mente del roedor, qué objeto tocaba.

Su método es tan preciso que si la rata confundía un objeto con otro, la descodificación también indicaba ese objeto equivocado, diferente al tocado.

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