Parece ser según una serie de estudios
que demuestran que los animales sociales tienen un coeficiente de
encefalización mayor. Pablo Herreros argumenta:
Cuando el psicólogo Nicholas Humphrey estaba
al cargo de un grupo de macacos Rhesus nacidos
en el laboratorio, se preguntó cómo era posible que estos primates pudieran ser
tan inteligentes, cuando lo cierto es que nunca habían tenido que buscar
alimento ni defenderse de depredadores en toda su vida.
Humphrey llegó a la conclusión de que
lo que desencadena la inteligencia de los primates de manera fundamental es
el contexto social, ya que estos macacos sí vivían en grupos
sociales complejos. De hecho, en varios estudios se ha puesto de manifiesto una
fuerte correlación entre el tamaño del grupo y el volumen relativo del cerebro
(o coeficiente
de encefalización), han llevado a formular la “hipótesis de la
inteligencia social”. Dicha hipótesis apuesta por la idea de que la
inteligencia superior que muestran algunos animales, especialmente primates,
fue favorecida por selección natural, gracias a la compleja red de relaciones
en la que primates humanos y no humanos debemos manejarnos todos los días.
Muchos investigadores indican que
el cálculo social, o sea el tener que llevar la cuenta y el peso de las
relaciones de la tropa humana, (que Dunbar argumenta puede llegar a 150
miembros) son pasos previos a la aparición del lenguaje y además elementos que
hacen del ser humano un animal que haya desarrollado su gran capacidad para
resolver problemas eficientemente en contextos específicos de sobrevivencia(lo
que algunos llaman inteligencia).
Otros importantes dispositivos sociales
que aparencen de camino en el desarrollo cognitivo del ser humano y que como
telón de fondo tienen a la tropa, son la teoría de la mente y la inteligencia
social. Dispositivos destinados al control social y el buen desempeño en el
contexto grupal. A fin de cuentas nuestro cerebro es social.