miércoles, 16 de julio de 2014

Altruismo intergeneracional


¿Cómo lograr que una comunidad no agote un recurso y deje algo para las generaciones futuras?

Un nuevo experimento ha puesto a prueba la disponibilidad de las personas para no agotar un recurso y permitir que otras generaciones puedan también disfrutarlo. Los mecanismos democráticos de toma de decisiones (arriba) pueden impedir que una minoría explote por completo un bien común (abajo). [De: «Cooperating with the future»; O. P. Hauser et al. en Nature 511, 10 de julio de 2014.]
Matemáticos, economistas y biólogos evolutivos llevan años preguntándose por el origen de la cooperación. ¿Qué hace que una bacteria, un insecto o una persona sacrifique un beneficio propio en favor de los demás? Aunque muy variados y en buena parte desconocidos, los mecanismos que se han propuesto para explicar la emergencia del comportamiento altruista suelen implicar siempre algún tipo de reciprocidad: en general, un individuo puede optar por no aprovecharse del grupo al que pertenece si cuenta con alguna garantía de que los demás harán lo mismo. De esta manera, el resultado será beneficioso para la comunidad y, por tanto, también para cada uno de sus integrantes.
En un artículo publicado la semana pasada en Nature, Oliver P. Hauser, de Harvard, y otros investigadores se han planteado una interesante pregunta: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a cooperar «con el futuro»? ¿Somos capaces de renunciar a parte de un recurso a fin de que este no se agote y pase a las generaciones venideras? La diferencia con los dilemas sociales al uso es notoria, ya que, en este caso, las generaciones futuras ni participan de las decisiones presentes ni pueden corresponder de ninguna manera a quienes las toman.
Para analizar la cuestión, los autores llevaron a cabo un experimento con cientos de participantes distribuidos en grupos de cinco personas, o «generaciones». Cada grupo tenía a su disposición un fondo de 100 unidades en Amazon Mechanical Turk, un mercado de trabajo colaborativo en línea. A los sujetos se les informó de que cada uno podría extraer para sí un monto comprendido entre 0 y 20 unidades. Si, al final de cada ronda, en el fondo común quedaba más de cierta cantidad (51 unidades o más, por ejemplo), este se rellenaría de nuevo hasta 100 y pasaría a la siguiente generación. En caso contrario, el fondo se vaciaría y no quedaría nada para los grupos venideros, lo que pondría fin al juego.
Hauser y sus colaboradores observaron que, cuando cada jugador obraba de manera individual, el fondo se agotaba en muy pocas generaciones. Sin embargo, cuando el resultado se decidía de manera democrática (cada participante votaba cuánto debería llevarse cada uno y el resultado mediano se aplicaba a todos por igual), el fondo sobrevivía durante muchas generaciones más. En todos los casos, siempre había una mayoría de individuos dispuestos a que el fondo sobreviviese; no obstante, si no se aplicaba ningún mecanismo regulador, una minoría de participantes egoístas bastaba para agotar el recurso común.
Anxo Sánchez, investigador de sistemas complejos y comportamiento cooperativo de la Universidad Carlos III de Madrid, opina que se trata de un diseño interesante: «La idea central es muy ingeniosa. Los resultados son también provocadores y deberían suscitar mucho más trabajo». El investigador considera, sin embargo, que el marco experimental escogido (trabajadores de Amazon Mechanical Turk) tal vez no sea el óptimo. «La gente que participa se autoselecciona y la paga es muy baja, entre otros problemas. Parece difícil, pero no imposible, hacerlo de manera controlada en un laboratorio, y me encantaría ver qué sale en ese caso», apunta el investigador.
Los resultados podrían ser de utilidad en teoría de decisiones públicas. A modo de conclusión, los autores observan en su artículo que el uso sostenible de los recursos solo parece surgir cuando el resultado de los votos fuerza a todos los participantes a hacer lo mismo. «Los votos que solo vinculan de manera parcial, como ocurre en el protocolo de Kyoto, tienen poco poder», concluyen los investigadores.
Más información en Nature (reseña y artículo técnico).