viernes, 5 de abril de 2013

Ya había homínidos carniceros hace 1,8 millones de años en el norte de África




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Cráneo de un homínido. Foto: Archivo.

Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos han hallado las primeras evidencias de uso por parte de homínidos de herramientas de piedra para extraer la carne animal de los huesos, tal y como lo realizan los carniceros actuales. Los neandertales cantaban ópera.
El descubrimiento ha tenido lugar en el yacimiento más antiguo del norte de África, el de El-Kherba (Ain Hanech), en Argelia, que tiene aproximadamente 1,8 millones de años. El trabajo ha sido publicado en la revista Journal of human evolution y se enmarca en un proyecto más amplio de investigación paleoantropológica, el Ain Hanech Paleoanthropological Project.
Mohamed Sahnouni, investigador del Cenieh y primer firmante del artículo, explica a DiCYT que este proyecto analiza las primeras ocupaciones humanas del norte de África y las adaptaciones de estos homínidos. El de El-Kherba es un yacimiento 'llave' en este sentido, ya que cuenta con una rica cuenca sedimentaria con depósitos desde el Mioceno medio (hace unos 14 millones de años), hasta el Pleistoceno y el Holoceno (hace unos 11.700 años)
Los investigadores del Cenieh, que colaboran en la iniciativa con la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y con colegas argelinos, han hallado en este yacimiento unos extraordinarios depósitos de fósiles de mamíferos, "fauna de tipo sabana africana compuesta por elefantes, rinocerontes, bóvidos grandes y pequeños, carnívoros, y otra fauna que indica la presencia de agua".
El equipo científico ha analizado si existen modificaciones en estos huesos fósiles causadas por los homínidos, para saber si en aquel momento existía un consumo de estos animales, y han obtenido unos interesantes resultados.
"Hemos estudiado la composición anatómica de estos restos y también la composición taxonómica de la fauna, y todo indica que la acumulación de estos huesos fósiles está provocada por los homínidos, que vienen a este lugar donde había agua para la materia prima, para manufacturar artefactos líticos con filos muy eficaces para cortar la carne (hechos de caliza y sílex, como cantos tallados, poliedros, esferoides, lascas y varios fragmentos), un lugar con agua que atrae también a los animales", detalla Sahnouni.

Pruebas en los huesos y en los utensilios

Tras observar al microscopio las superficies de estos huesos fósiles, han encontrado marcas "claras" de cortes que demuestran la utilización de artefactos líticos para extraer la carne animal, en lo que serían las evidencias más antiguas del norte de África. Los investigadores también han hallado pruebas del uso de estos artefactos hechos de caliza y sílex para cortar carne, a través del estudio microscópico de las huellas de trazas sobre las propias herramientas, principalmente las lascas, "un hecho muy raro, ya que hasta ahora no existe ningún yacimiento del que se tengan evidencias de las dos partes, tanto de los huesos como de los utensilios, en lo que reside la importancia de este estudio", agrega el científico.
Así, "todo indica que los homínidos de este lugar, de hace cerca de 1,8 millones de años, eran capaces de tener acceso a la carne animal". Los análisis realizados revelan que estos homínidos realizaban varias actividades carniceras como la evisceración, desarticulación, extracción de la carne, y la fractura de los huesos de grandes mamíferos para poder obtener la nutritiva médula.
Por otro lado, al encontrarse estas evidencias en el norte de África el artículo publicado concluye "que todo el continente africano es un lugar de adaptación y desarrollo del comportamiento de los primeros homínidos", y no solo el este del continente.
Además de la adquisición de comida y la forma de subsistencia de estos homínidos, objeto del artículo publicado, el Ain Hanech Paleoanthropological Project abre otras tres líneas de investigación: la cronología de las primeras ocupaciones humanas en esta parte de África, la reconstrucción del paleoambiente de este yacimiento, de hace unos dos millones de años, y el estudio de la tecnología lítica que utilizan estos homínidos así como aspectos de su inteligencia o adaptación al medio.

Un estudio del Cenieh analiza el canibalismo del Homo antecessor

Un estudio realizado en el grupo de Paleoecología y Paleofisiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) concluye que el canibalismo practicado hace 800.000 años por el Homo antecessor no era debido a periodos de hambruna, según informa Ical.
Según informaron fuentes del Cenieh, el trabajo titulado 'Modeling trophic resource availability for the first human settlers of Europe: The case of Atapuerca-TD6', publicado en la revista Journal of Human Evolution, modeliza la disponibilidad de recursos alimenticios en Atapuerca hace 800.000 años para Homo antecessor y demuestra que habitaba un entorno muy rico en recursos, lo que les ha llevado a la conclusión de que su canibalismo no era debido a periodos de hambruna.
El trabajo se basa en un modelo matemático que permite estimar la cantidad de recursos que podían obtenerse de manera sostenible de las poblaciones de herbívoros presentes en el ecosistema de Atapuerca. Además, en este modelo se incorpora la competencia con los predadores y carroñeros por este tipo de presas. Los resultados demuestran cuantitativamente que Homo antecessor vivía en un entorno donde podía aprovisionarse de abundante carne y grasa a partir de los grandes mamíferos que habitaban la sierra y sus inmediaciones.
Estos resultados permiten descartar la hipótesis de que Homo antecessor practicara el canibalismo de manera habitual como consecuencia de una escasez de recursos continuada.

miércoles, 3 de abril de 2013

Desvelan los mecanismos cerebrales que hacen posible la toma de decisiones

La corteza prefrontal del cerebro permite o inhibe la realización de comportamientos selectivos en función de las condiciones del entorno, según un reciente estudio que ha mostrado en animales los mecanismos cerebrales que posibilitan la toma de decisiones y la elección de los comportamientos más adecuados en cada situación.
Los investigadores han demostrado que el córtex prefrontal modifica su actividad eléctrica en función de los posibles comportamientos que se pueden realizar en una situación, y según las circunstancias ambientales, a fin de permitir la liberación de su expresión en las condiciones espaciales y ventanas temporales más adecuadas.
Los autores señalan que la actividad de las neuronas prefrontales se incrementa cuando se trata de evitar que se realice un comportamiento determinado, pero disminuye en el momento en que dicho comportamiento se hace realidad, es decir, se realiza. También sostienen que la activación eléctrica artificial de dicha corteza cerebral bloquea la expresión de comportamientos, mientras que su inhibición química permite que estos se realicen con mayor antelación. Esta situación, denominada ‘reacción de congelamiento’, no es un simple bloqueo momentáneo, sino una reacción a través de la cual el animal busca las distintas posibilidades que tiene para poder escapar del peligro.

El cerebro puede procesar señales visuales procedentes de la médula espinal

Científicos estadounidenses han logrado que ojos trasplantados ubicados muy lejos de la cabeza en un modelo de rana puedan conferir visión sin una conexión directa neural en el cerebro. La investigación evidencia la notable capacidad del cerebro, o plasticidad, para procesar datos visuales procedentes de los ojos fuera de lugar, incluso cuando se encuentran lejos de la cabeza.
En el experimento, se extirparon quirúrgicamente los ojos de un embrión primordio donante de Xenopus, marcados con proteínas fluorescentes, se injertaron en la región posterior de embriones receptores, lo que indujo al crecimiento de ojos ectópicos, y se eliminaron los ojos naturales de los receptores, dejando solo los ectópicos. La microscopía de fluorescencia reveló distintos patrones de inervación, pero ninguno de los animales desarrolló nervios que conectaran los ojos ectópicos con el cerebro o la región craneal.
Para determinar si los ojos ectópicos transmitían información visual se desarrolló un sistema controlado por ordenador de entrenamiento visual en el que los cuadrantes de agua fueron iluminados por luces LED de color rojo o azul y que podía administrar una descarga eléctrica leve a los renacuajos que nadaban en un cuadrante particular. Su respuesta a las luces no fue diferente de la de un grupo control de renacuajos con ojos naturales intactos, una respuesta que no demostraron renacuajos sin ojos o renacuajos que no recibieron descarga alguna.
Los resultados sugieren una plasticidad notable en la capacidad del cerebro para incorporar las señales de varias regiones del cuerpo en los programas de comportamiento que se habían desarrollado con un diseño corporal específico y diferente.

martes, 2 de abril de 2013

Urban Living Raises the Risk of Emotional Disorders


Mounting evidence shows how city living can harm our mental health

Our protagonist moves to the big city, seeking a better life. It's a classic—and increasingly common—tale. More than half the world's population now lives in a metropolis, and by 2050 that figure will very likely jump to two thirds. China's megacities in particular are fueling the trend, with more than 10 million new residents every year. Historically, urbanization has brought about stupendous changes—the Renaissance, the industrial revolution, globalization. Yet this urban migration represents one of the most dramatic environmental shifts human beings have ever undertaken. So one might be tempted to ask: How are we adapting to our new digs?
At first glance, trading green fields for gray grids would seem to be a trade up. City slickers have, on average, more money, better food and greater access to health care than country folk. On the flip side, though, recent studies indicate that memory and attention can suffer in urban environments, and psychologists have long known that city life takes an emotional toll. Urbanites are more likely to suffer from anxiety and depression, and the risk of schizophrenia increases dramatically among people raised in a city. Some researchers have calculated that children born in cities face twice, if not three times, the risk of developing a serious emotional disorder as compared with their rural and suburban peers.