Un
reciente estudio ha demostrado que la toma de decisiones se ve afectada
por la lengua en que se presentan los diferentes problemas.
Concretamente, cuando los problemas a resolver, desde un punto de vista
cognitivo, se presentan en una segunda lengua, distinta de la nativa,
las personas parecen guiarse menos por las intuiciones y más por el
procesamiento lógico.
Para llegar a esta conclusión, los científicos diseñaron cuatro experimentos de la economía experimental y evaluaron el comportamiento de 700 personas. Los participantes en el estudio tenían el castellano como primera lengua y sabían inglés.
Según los autores, las personas, ante una segunda lengua, se ven menos influidas por sesgos de carácter intuitivo o emocional que cuando se enfrentan a los mismos problemas en su lengua nativa. Los humanos tienen una aversión a la pérdida que es un sesgo cognitivo y no está fundamentado lógicamente. Cuando los participantes resuelven tareas que promueven la aversión a la pérdida, o la aversión al riesgo, se ven menos afectados por estos sesgos si se hace en una segunda lengua. Es decir, las decisiones tomadas en una segunda lengua parecen ser más racionales y menos intuitivas.
Para llegar a esta conclusión, los científicos diseñaron cuatro experimentos de la economía experimental y evaluaron el comportamiento de 700 personas. Los participantes en el estudio tenían el castellano como primera lengua y sabían inglés.
Según los autores, las personas, ante una segunda lengua, se ven menos influidas por sesgos de carácter intuitivo o emocional que cuando se enfrentan a los mismos problemas en su lengua nativa. Los humanos tienen una aversión a la pérdida que es un sesgo cognitivo y no está fundamentado lógicamente. Cuando los participantes resuelven tareas que promueven la aversión a la pérdida, o la aversión al riesgo, se ven menos afectados por estos sesgos si se hace en una segunda lengua. Es decir, las decisiones tomadas en una segunda lengua parecen ser más racionales y menos intuitivas.