viernes, 5 de diciembre de 2014

Ventajas de la torpeza

Ya se trate de aprender a escribir, de dominar el revés en el tenis o de tocar la guitarra, los errores inevitables pueden desesperar incluso a los aprendices más voluntariosos. Hasta ahora se pensaba que estos desaciertos se debían al ruido neuronal que presentan las regiones cerebrales responsables del control de los movimientos. Un fenómeno que, por otra parte, puede superarse con unas buenas dosis de práctica. Sin embargo, tales inconsistencias no siempre representan un obstáculo, puesto que pueden resultar un ingrediente clave para el aprendizaje, según recalca un estudio publicado en enero en Nature ­Neuroscience.
Los investigadores mostraron a una serie de probandos una curva que debían copiar sin ver la figura que trazaba su mano. Al principio, todos dibujaron la curva mal, aunque algunos bastante peor que los demás. Durante la fase de aprendizaje se puntuó cada trazado según su parecido con el modelo. Tras cientos de repeticiones y de forma gradual, los sujetos reprodujeron curvas cada vez más acertadas. Ahora bien, quienes en un inicio se habían desviado más del modelo original consiguieron curvas más precisas que los que habían mostrado una menor irregularidad inicial. Otro experimento reforzó este resultado: cuando los experimentadores provocaron cierta variabilidad en el movimiento, mediante un campo de fuerzas que hacía desviar la mano del objetivo, los sujetos aprendían el movimiento con mayor rapidez.
Unas fluctuaciones más grandes podrían deberse a que el cerebro explora el espectro completo de acciones posibles, de manera que estas convergen hacia movimientos precisos más rápidamente que si lo hace a través de una búsqueda restringida. Maurice Smith, de la Universidad Harvard, propone que la creación de un perfil del repertorio de movimientos podría facilitar la rehabilitación de las personas que han sufrido un infarto cerebral. «A partir de la variabilidad de movimientos podríamos centrarnos en el tipo de tareas que estos pacientes pueden aprender mejor», señala. Los resultados sugieren, asimismo, que no debemos desesperarnos si al aprender una actividad cometemos errores: esa torpeza puede ser clave para mejorar con presteza.