miércoles, 21 de julio de 2010

Rastrear las Grandes Migraciones Humanas del Pasado Mediante el Análisis de Piojos



21 de Junio de 2010.
Foto: Sarah Bush, University of UtahDesde hace muchos años, los científicos han estado estudiando las pautas de migración humana del pasado lejano valiéndose de evidencias fósiles y de datos moleculares como por ejemplo secuencias de ADN. Estudiar a los piojos da a los investigadores una vía adicional para bucear en el pasado de la humanidad. Recolectando piojos de todas partes del mundo y analizando su ADN es posible ayudar a reconstruir la historia de las grandes migraciones humanas del ayer.


El equipo de David Reed, conservador de mamíferos en el Museo de Historia Natural de Florida, ubicado en el campus de la Universidad de Florida, estudia la historia evolutiva de la humanidad y los parásitos que la acompañan desde que el Homo sapiens emigró fuera de África hace cerca de cien mil años.

Reed ha recibido recientemente una subvención adicional para su trabajo, que le ha sido concedida por la Fundación Nacional estadounidense para la Ciencia. Esta subvención le permitirá disponer de más personal e infraestructura, con lo que las investigaciones que conduce se acelerarán, y además podrá emprender otras que, sin estos nuevos recursos, habrían resultado poco viables.


Estudiar los patrones humanos de migración investigando sus parásitos puede ser muy útil, debido a que las personas a menudo han tenido que llevar estos parásitos con ellas a medida que se movían por el globo terráqueo.

Reed espera que estas investigaciones sobre piojos también ayuden a combatirlos.

Hace apenas unos veinte años que estos y otros parásitos son estudiados para averiguar cosas sobre sus víctimas. Examinando animales como tenias, oxiuros, piojos o chinches, que la humanidad ha transportado consigo durante al menos unas decenas de miles años, y en algunos casos millones de años, los científicos pueden profundizar mucho más en los entresijos de la evolución histórica del Ser Humano.
Información adicional en:

lunes, 19 de julio de 2010

El Procesamiento Cerebral de Rostros en las Personas Con el Síndrome de Williams


El Procesamiento Cerebral de Rostros en las Personas Con el Síndrome de Williams

9 de Junio de 2010. Foto: L.A. Cicero/News ServiceMire usted fijamente a la cara de un desconocido durante mucho rato y probablemente ocurran dos cosas: se sentirá incómodo, y tendrá la sensación de que al desconocido no le gusta que le mire con tanta insistencia. Para la mayoría de las personas, ese tipo de percepción social aparece de modo natural. Pero no ocurre así para quienes tienen el síndrome de Williams.


Esta enfermedad genética, que afecta a una entre cada 7.500 personas aproximadamente, crea una amplia variedad de anomalías físicas, problemas de aprendizaje y rarezas en la conducta, incluyendo una fascinación anómala hacia los rostros.

Tal como señala el Dr. Allan Reiss, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta en la Universidad de Stanford, quien ha estudiado el síndrome de Williams durante casi 25 años, las personas con este síndrome exhiben un perfil de conducta social que, en ciertos aspectos, es el opuesto al que se suele asociar al autismo. Los individuos con el síndrome de Williams se sienten más impulsados a relacionarse socialmente con otros, particularmente en interacciones cara a cara.
El equipo de investigación realizó escaneos de resonancia magnética funcional por imágenes en 16 adultos con el síndrome de Williams, y se descubrió que sus cerebros muestran una enorme cantidad de actividad en la corteza fusiforme, una región cerebral que procesa información sobre rostros.

Los adultos con este síndrome también emplean casi el doble de su corteza fusiforme para procesar rostros, en comparación con adultos sanos.

Dado que todas las personas con el síndrome de Williams carecen de los mismos genes, los investigadores están usando sus hallazgos para averiguar si la mayor actividad cerebral que han detectado es consecuencia de la configuración genética del individuo.

Y las respuestas, que los investigadores esperan obtener con más experimentos que ya están planeando, pueden ayudar a determinar el grado en el que la genética moldea las conductas sociales en el síndrome de Williams.
Información adicional en: