jueves, 16 de agosto de 2012

Los primeros hombres se quedaban en casa



Los primeros hombres se quedaban en casa y ellas, de viaje
W. Voigt/L. Berger/B. Hilton-Barber 

Hace dos millones de años, nuestros antepasados tenían costumbres muy diferentes de las nuestras. Desentrañar esas costumbres a partir de los escasos restos fosilizados que han llegado hasta nosotros no resulta, en la mayoría de los casos, una tarea fácil. A pesar de ello, un grupo internacional de investigadores de Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza y Alemania ha dado un gran paso al determinar que, entre los australopitecinos, eran las hembras las que se desplazaban lejos de sus territorios. Los machos, por el contrario, se quedaban tranquilamente cerca de casa.
Los primeros hombres se quedaban en casa y ellas, de viaje
 
Paranthropus robustus
El equipo, capitaneado por Sandi Copeland, investigadora de la Universidad de Colorado Boulder, estudió el esmalte dental de un grupo de ocho Australopithecus africanus y once Paranthropus robustus procedentes de las cuevas surafricanas de Sterkfontein y Swartkrans. Y halló que más de la mitad de los dientes femeninos se habían formado lejos del lugar en el que esas mujeres nacieron y pasaron su infancia. Por el contrario, sólo al 10% de los dientes masculinos les ocurría lo mismo. Lo que demuestra que la mayor parte de los varones, nació, creció y murió en el mismo sitio. El estudio se publica esta semana en Nature.
"Uno de nuestros objetivos -explica Copeland- era el de tratar de encontrar algo que nos indicara cómo los primeros homínidos se relacionaban con su territorio. Y aquí tenemos la primera prueba directa de los patrones de desplazamiento de esos homínidos. Al parecer, eran las mujeres las que, preferentemente, se alejaban de sus grupos de origen".
Este patrón de "dispersión femenina" se puede observar aún en las poblaciones actuales de chimpancés y bonobos, aunque es muy poco frecuente en otros primates, como los gorilas, que tienen harenes dominados por un solo macho y cuyos jóvenes se ven obligados a abandonar el grupo familiar para buscar sus propias hembras.
Los primeros hombres se quedaban en casa y ellas, de viaje
 
Molar del Australopithecus africanus
Los dientes estudiados por los investigadores tienen una antiguedad comprendida entre 2,4 y 1,7 millones de años, y todos proceden de las cuevas de Sterkfontein y Swartkans, en Suráfrica, dos yacimientos clave en el estudio de la evolución humana. Para llegar a sus conclusiones, los científicos se fijaron en la cantidad de varios isótopos del estroncio presentes en el esmalte dental de los homínidos. Una sofisticada técnica que permite averiguar dónde vivió un individuo concreto mientras sus dientes se formaban.

La clave, en el esmalte

El estroncio es un elemento natural que forma parte de las rocas y el terreno y que es absorbido por toda clase de animales y vegetales, entre ellos los que servían de alimento a a nuestros lejanos antepasados. Por eso, las trazas de esos isótopos pueden encontrarse en el esmalte dental de los homínidos. Los diferentes isótopos del estroncio reflejan las particularidades geológicas de territorios muy concretos y pueden revelar, por lo tanto, la procedencia de los propietarios de los dientes que los contienen.
Cada diferente isótopo del estroncio está ligado a un sustrato geológico concreto (como el granito, el basalto, la cuarcita, etc) y por lo tanto puede ser usado para averiguar las condiciones del territorio en el que los homínidos nacieron y crecieron. "Las cantidaes de los diferentes isótopos del estroncio -afirma Copeland- son un reflejo directo de los alimentos que estos homínidos consumían, y también un reflejo directo de la geología local del lugar en que vivían".
Para medir los isótopos, los investigadores utilizaron la técnica de la ablación laser que, además de extremadamente precisa, apenas si daña las muestras analizadas. Los isótopos del estroncio, explican los investigadores, quedaron impresos en los molares de los homínidos hacia la época final de la formación del esmalte, probablemente cuando no tenían más de ocho o nueve años de edad.
Las cuevas de Sterkfontein y Swartkans, que se encuentan a menos de dos km. de distancia la una de la otra, están formadas principalmente por dolomita, un mineral compuesto de carbonato de calcio y magnesio y que tiene un isótopo muy concreto de estroncio. Y fue éste, precisamente, uno de los indicadores más importantes para determinar si los fósiles crecieron, o no, en la zona.

Los parientes de Lucy

El resultado, en el caso de los machos, es afirmativo. La mayor parte de ellos, en efecto, apenas si se movió unos pocos kilómetros alrededor de las cuevas que les vieron nacer. Para Copeland, las conclusiones del estudio resultan sorprendentes también por otra razón. "Teníamos asumido -explica la científica- que la mayor parte de los homínidos no procedían de la misma zona en la que les encontramos, ya que generalmente se piensa que el bipedalismo surgió precisamente para permitir a los individuos desplazarse a largas distancias. Pero estos desplazamientos tan cortos implican que el bipedalismo debió de evolucionar por otras razones".
Las dos especies analizadas, Australopithecus africanus y Paranthropus robustus, forman parte de la línea evolutiva que conduce directamente hasta el hombre moderno, la especie a la que todos nosotros pertenecemos, aunque la segunda terminó en un "callejón sin salida" evolutivo y se extinguió por motivos que aún no están claros. Los australopithecus, sin embargo, son parientes muy cercanos de la famosa Lucy, la Australopithecus afarensis de 3,2 millones de años de antiguedad que se considera la "matriarca" de todos los humanos modernos.

Los seres humanos modernos tuvieron sexo con diferentes hominidos primitivos

No solo se cruzaron con neandertales, también pudieron relacionarse con otras formas ancestrales del género homo antes de salir de África


Día 05/09/2011 - 21.37h
Las relaciones «íntimas» entre seres humanos modernos y neandertales están bien documentadas. Ocurrieron hace unos 65.000 años, cuando ambos linajes ya habían emigrado a Europa. Los encuentros dejaron como fruto una huella imborrable que se encuentra en el 2% del genoma de todos los Homo sapiens del planeta, a excepción de los africanos. Incluso dicen que reforzó nuestro sistema inmunológico. Pero, ese sexo entre «especies» pudo haber sido más.... variado. Y haber ocurrido antes. Una nueva investigación realizada por científicos de la Universidad de Arizona sugiere que, ya antes de salir de África, los humanos anatómicamente modernos pudieron haberse cruzado no solo con los famosos artistas de las pinturas rupestres, sino también con otras formas ancestrales del género Homo, como el Homo erectus o el Homo habilis.
En el caso de los neandertales, anteriores estudios elaborados con ADN de huesos de neandertal señalan que el mestizaje se produjo después de que los humanos modernos emigraran de su patria africana hacia los parajes más frescos de Euroasia. Si algo semejante había sucedido antes en África resultaba un misterio. Sin embargo, en un artículo publicado en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), el equipo dirigido por el investigador Michael Hammer cree que es muy posible que, en efecto, estos encuentros comenzaran en la cuna de la humanidad.
«Hemos encontrado pruebas de hibridación entre humanos modernos y formas arcaicas en África. Parece que nuestro linaje ha estado siempre intercambiando genes con sus vecinos morfológicamente distintos», dice Hammer. En el caso de los neandertales, los avances en biología molecular permitieron confirmar este cruce gracias al ADN, pero, por desgracia, en los climas tropicales es prácticamente imposible encontrar muestras tan antiguas, así que el método empleado por los científicos para su investigación fue muy distinto. «No podemos mirar directamente un ADN de 40.000 años y hacer una comparación directa», explica Hammer.

En tres poblaciones subsaharianas

Para superar este obstáculo, el equipo siguió un método de cálculo y estadística. «Nos fijamos en el ADN de humanos modernos que pertenecen a poblaciones africanas y buscamos regiones inusuales en el genoma», señala el investigador. Para ello, fueron secuenciadas vastas regiones del genoma de muestras tomadas en seis poblaciones diferentes que viven hoy día en África, especialmente en los grupo subsaharianosMandenka, Biaka y San. «Descubrimos tres regiones genéticas diferentes que se ajustan a los criterios del ADN arcaico todavía presentes en los genomas de los subsaharianos. Curiosamente, esta firma fue más fuerte en las poblaciones de África central», dice Hammer. Algunos de ellos pertenecen a comunidades pigmeas.
«Creemos que probablemente se produjeron miles de cruces», continúa el investigador. «Sucedía de forma relativamente extensa y con regularidad», por lo que todos los seres humanos de hoy en día pueden llevar en su «código de barras» la marca de unos linajes ahora extintos.

Herramientas complejas hace 1, 8 millones de años


El Homo erectus utilizaba estas hachas de piedra sofisticadas en África para despedazar animales, 300.000 años antes de lo que se creía


Día 31/08/2011 - 20.00h
Turkana, noroeste de Kenia. Hace 1,8 millones de años. Un Homo erectus alto y espigado, precursor de los humanos modernos, recoge una piedra del suelo y, sí, eureka, piensa qué puede hacer con ella. Tras imaginarse a sí mismo en una violenta escena, despedazando un gran animal para luego devorarlo, fabrica una herramienta con la que lograr su propósito. Investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York han descubierto en un yacimiento de esa región de África unas hachas de piedra de 1,8 millones de años, que sugieren que ya entonces, 300.000 años antes de lo que se creía hasta ahora, nuestros ancestros eran capaces de fabricar semejantes artilugios, utilizando una tecnología compleja. El hallazgo demuestra una capacidad tecnológica desarrollada que, curiosamente, por alguna razón, el Homo erectus no fue capaz de llevarse consigo a Asia. La investigación, publicada en la revista Nature, plantea nuevas preguntas acerca de cómo evolucionaron estos primeros humanos.
El Homo erectus apareció hace unos 2 millones de años y se extendió a través de Asia y África antes de llegar a un posible callejón sin salida evolutivo, hace unos 70.000 años. Algunos investigadores piensan que este homínido evolucionó en África oriental, donde se han descubierto muchos de sus fósiles más antiguos, pero el descubrimiento en los 90 de uno de ellos, igual de antiguo, en Georgia, llevó a los científicos a sugerir un origen asiático. El nuevo estudio publicado en Nature no resuelve este debate, pero sí añade complejidad a la trama. Hace 1,8 millones de años, el Homo erectus de Dmanisi, en Georgia, todavía utilizaba simples herramientas cortantes, mientras que sus hermanos africanos de Turkana, según los investigadores, ya habían desarrollado hachas de mano, picos y otras herramientas innovadoras que forman parte de la industria lítica denominada Achelense.

El más antiguo del mundo

Los humanos ya fabricaban herramientas complejas hace 1,8 millones de años
Lamont-Doherty E.O.
West Turkana
El famoso antropólogo Richard Leakey encontró en el lago Turkana en Kenia, en el gran valle del Rift -donde las placas terrestres se desgarran y aparecieron por primera vez algunos de los primeros humanos-, al Niño de Turkana, un Homo erectus adolescente que vivió allí hace unos 1,5 millones de años y que sigue siendo el esqueleto humano primitivo más completo hallado jamás. Pues precisamente a pocos kilómetros del sitio del Niño de Turkana, se encuentra el sitio arqueológico de Kokiselei, donde los investigadores de Columbia se dirigieron en 2007 para datar la edad de unas herramientas que habían aparecido. Resultaron, por las pistas dadas por los sedimentos, más antiguas de lo que se creía: 1,76 millones de años.
«Sospechábamos que Kokiselei era un sitio bastante viejo, pero los datos geológicos indican que es el sitio achelense más antiguo del mundo», dice el autor principal del estudio, el geólogo Christopher Lepre. Las herramientas achelenses previamente identificadas aparecieron en Konso, Etiopía, hace unos 1,4 millones de años, y en India, con una antigüedad de entre 1,5 y 1 millón de años. Las últimas encontradas retroceden aún más en el pasado.

Despedazar elefantes

Las herramientas achelenses son más grandes y pesadas que los cantos tallados utilizados anteriormente, y también tenían los bordes cincelados. Podrían haber ayudado al Homo erectus a despedazar elefantes o los restos de otros animales abandonados por grandes depredadores, e incluso pudo permitir a los primeros humanos cazar semejantes presas ellos mismos. «Podrías golpear una articulación y desplazar el hombro de un brazo, la pierna o la cadera», explica el paleoantropólogo Eric Delson. «Las herramientas permitirían (al Homo erectus) abrir y desmembrar un animal para comérselo».
La habilidad que hace falta en la fabricación de una herramienta semejante indica que el Homo erectus era diestro y capaz de pensar en el futuro. En Kokiselei, la presencia de ambos métodos de fabricación de herramientas -el más simple, denominado Oldowan y el Achelense- podría significar que el Homo erectus y su más primitivo Homo habilis vivieron al mismo tiempo. Los autores creen que el Homo erectus pudo llevar la tecnología achelense al Mediterráneo hace un millón de años. Además, se preguntan por qué, si el Homo erectus pudo haber emigrado a Dmanisi, en Georgia, por alguna razón, «perdió» la tecnología Achelense en el camino.

El homo erectus tenía compañía


La historia de la evolución humana, cómo llegamos a convertirnos en Homo sapiens, la especie a la que pertenecemos, parece cada vez más complicada. El hallazgo de tres nuevos fósiles -un cráneo, una mandíbula inferior y parte de un segundo maxilar- en la orilla del lago Turkana, en el norte de Kenia, indica que dos antiguas especies del género homo convivieron con nuestro antecesor directo, el Homo erectus, hace casi dos millones de años. En concreto, se trata del Homo habilis y del Homo rudolfensis, tradicionalmente considerados anteriores, lo que contradice la idea de una evolución humana lineal. El descubrimiento, que aparece publicado en la revista Nature, puede ayudar a desentrañar los enrevesados orígenes de nuestro linaje.
El homo erectus tenía compañía
Parte de la nueva cara, como fue encontrada
Hace cuatro décadas, los miembros del proyecto de investigación Koobi Fora descubrieron en Kenia un enigmático fósil conocido como «1470». Se trataba de una cabeza ósea fácilmente distinguible por su cráneo de gran tamaño y una cara larga y plana. El hallazgo inició un largo debate sobre quién había sido el propietario de ese extraño rostro. Para algunos paleontólogos, se trataba de un Homo erectus con rasgos particulares, variaciones naturales que se producen en una sola especie, mientras que otros interpretaban que el fósil era la evidencia de una especie distinta. No resultaba fácil llegar a una conclusión, ya que la cara carecía de dientes y mandíbula inferior para compararlos con otros y no existían más fósiles similares.
El homo erectus tenía compañía
Los paleontólogos Meave Leakey y Fred Spoor
«Durante los últimos 40 años hemos buscado en una vasta extensión de sedimentos alrededor del lago Turkana fósiles que confirmen las características únicas de «1470». Por fin, tenemos algunas respuestas», señala Meave Leakey, del Turkana Basin Institute en Nairobi y coautora de la investigación en Nature. Descubiertos entre 2007 y 2009 en un radio de diez kilómetros alrededor del lugar del hallazgo de «1470», los tres nuevos fósiles pertenecientes a tres individuos distintos datan entre 1,78 millones y 1,95 millones de años de antigüedad. La cara, de un ejemplar juvenil, es muy similar a la ya conocida, lo que demuestra que no era una excepcional rareza. Además, la mandíbula superior conserva sus muelas, lo que por primera vez hace posible deducir el tipo de maxilar inferior que se hubiera ajustado a «1470».

Origen diverso

Los restos encontrados pertenecen al Homo habilis o al Homo rudolfensis, aunque los investigadores son reacios, por ahora, a ponerles un nombre científico «por razones técnicas», ya que los paleontólogos todavía discuten cómo definir cada grupo. «Lo que está claro es que dos antiguas especies de homo vivieron junto al Homo erectus», asegura a ABC.es Fred Spoor, responsable de los análisis científicos, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig, Alemania). «No podemos hablar de una línea recta en la evolución».
Los primeros homínidos pudieron compartir el mismo habitat al tener algunas variaciones en los hábitos alimenticios, como también las tienen gorilas y chimpancés, y no competir por los mismos alimentos. Es posible que se conocieran, pero que se evitaran entre ellos.Los científicos creen que la convivencia de dos antiguas especies homo con rasgos distintivos junto al homo erectus confirma el origen diverso del linaje humano. «En un principio éramos varias especies homo, no solo una», apuntan.

martes, 14 de agosto de 2012

El gusto por las mujeres con sobrepeso

El estrés hace que los hombres se sientan más atraídos por las mujeres con unos cuantos kilos de más, según se desprende de un estudio dirigido por Viren Suami, del Departamento de Psicología en la Universidad de Westminster (Reino Unido), y publicado en la revista PLoS ONE.

Los resultados de la investigación sugieren que las ideas sobre belleza corporal se modifican ante determinadas amenazas del entorno, como las situaciones de estrés, ya sea estrés psicológico, físico, económico o social.

Para llegar a esta conclusión, los científicos compararon las puntuaciones que daban sujetos no estresados y sujetos estresados al visualizar los cuerpos de diferentes mujeres, que atendiendo a la escala de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Índice de Masa Corporal oscilaban entre el infrapeso y la obesidad.

Los participantes que previamente a la prueba experimentaron estrés psicológico elegían un tamaño de cuerpo femenino significativamente más pesado como el más atractivo en comparación con el grupo de control.

Los científicos plantean la hipótesis que, dado que una función primordial del tejido adiposo es el almacenamiento de calorías, la grasa corporal sería percibida como un indicador clave de la disponibilidad de comida.

Como consecuencia, cuando se producen situaciones en las cuales existe algún tipo de incertidumbre acerca de la disponibilidad de recursos, es normal que los individuos tiendan a "idealizar a las personas de más peso ya que la gordura se asocia con el acceso a esos recursos".

Y, evidentemente, en este contexto la delgadez "puede asociarse con una mayor incidencia de enfermedades y, en el caso concreto de las mujeres, con irregularidades en la ovulación y una capacidad menor de llevar adelante un embarazo".

Los autores también sospechan que sentirnos estresados altera nuestra capacidad de empatía, lo que podría redundar en diferentes valoraciones sobre el nivel de atractivo de personas del sexo contrario.

Además, según los autores de la investigación, la experiencia del estrés puede llevar a idealizar los rasgos físicos más maduros en una pareja potencial, incluyendo el sobrepeso, porque "se vinculan con una mejor capacidad para manejar el estrés ambiental?.

Actitud y atributos físicos

Los hombres que carecen de atributos físicos de belleza suelen con frecuencia creer que son mucho más atractivos de lo que en realidad lo son, y eso incrementa su confianza en sí mismos y los impulsa a actuar en la conquista de una pareja.

Es la conclusión de un estudio publicado en Psychological Science y realizado por investigadores del Colegio Williams de Massachusetts, E.U.

Muchos hombres tienden a sobrestimar el interés que despiertan en las mujeres. Estas percepciones distorsionadas son un mecanismo evolutivo importante para asegurar el éxito reproductivo de un individuo y, en consecuencia, la supervivencia de la especie.

Los hombres que no se intimidan por su apariencia física, incluso cuando enfrentan el riesgo de un rechazo, consistentemente tienen más éxito con las mujeres y pueden pasar esa 'distorsión' en sus genes a sus herederos.

"En el proceso de conquista un hombre puede cometer dos errores: O piensa que una mujer está interesada en él, y ella no lo está. O ella realmente está interesada pero él pierde la oportunidad, es decir, pierde una oportunidad para aparearse, lo cual tiene un alto precio en términos de éxito reproductivo", señala Carin Perilloux, la investigadora que dirigió el estudio.

Respecto a los hombres que buscan una relación sexual de corto plazo, tienen más probabilidad de sobrestimar el interés que las mujeres tienen en ellos. "Estos individuos están limitados principalmente por el número de parejas, así que la sobrestimación es incluso más importante", dice la psicóloga.

En el estudio, los hombres que se creían más atractivos de lo que realmente eran también percibieron un mayor interés de las mujeres en ellos, lo cual no necesariamente era cierto. Los hombres a quienes las mujeres consideraban más atractivos no tenían esa visión distorsionada.

Y en cuanto más atractiva era una mujer, mayor posibilidad de que un hombre sobrestimara el interés que ella mostraba. Por otro lado, las mujeres tendían a subestimar el interés de los hombres.

Los investigadores expusieron a 96 hombres y 103 mujeres universitarios a lo que en el mercado de las citas se conoce como speed dating o cita veloz, en la que el individuo sostiene tres minutos de conversación con cada una de cinco posibles parejas. Pero antes de los encuentros los participantes se clasificaron a sí mismos y a sus posibles parejas en una escala de belleza y revelaron el grado de interés que tenían en sostener una relación sexual con ellas. También lo hicieron después de la cita.

Al respecto, indica la psicóloga Perilloux, las mujeres deben ser lo más claras posibles en sus intenciones, o su falta de ellas. Y los hombres estar conscientes de que su percepción puede ser errónea, pero esto no debe impedirles actuar sino debe ser una advertencia "para evitar que más tarde les rompan el corazón".