jueves, 17 de noviembre de 2011

La Desgracia afecta nuestra percepción

La desgracia afecta a la percepción de los sentidos. Se dice que en situaciones adversas nuestros sentidos agudizan su percepción y supuestamente se nos quedan grabadas imágenes y sonidos.

Resultados de una investigación científica afirman lo contrario. Lo que percibimos en un contexto de adversidad, en una situación traumática no lo percibimos de forma tan nítida como lo aprendido en otras circunstancias.

Traumas, desgracia y nuestra percepción

  • Ya otras investigaciones avanzaban en esta dirección.  Aquello que se decía hace años de,  la letra con sangre entra, en referencia al castigo físico usado en otras épocas era muy poco pedagógico.
  • Los resultados de una reciente investigación realizada por el Instituto Weizmann,  revelan que lo que aprendemos en contextos de adversidad, o trauma son  menos claras que las que aprendemos en otros contextos.
  • Parece en las situaciones traumáticas es más fácil nuestros sentidos se dispersen.
  • Los resultados obtenidos hacen pensar que esta tendencia está en la raíces de nuestra evolución como especie y podría explicar trastornos de ansiedad y otros  como el síndrome de estrés postraumático.d9a39_Post-Vacation-Blues-Pic

La investigación

  • Para investigar cómo percibimos  en situaciones desfavorables el Dr Rony Paz del Dpto de Neurobiología del Instituto Weizmmann junto a su ayudante Jenifer Resnik evaluaron a unos voluntarios que tenía que  aprendieron que determinados sonidos iban seguido de un estímulo desagradable, como un mal olor, otros tonos eran seguidos de algún estímulo agradable y otros por  nada.
  • Los resultados de los umbrales de percepción de los voluntarios fueron evaluados después para comprobar cómo habían sido capaces de distinguir los tonos seguidos de algún estimulo desagradable o  malo o  y los tonos seguidos de algo agradable o de algo neutral.
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Los resultados

  • Tal como era previsible según otras investigaciones anteriores, los resultados en las condiciones positiva o neutras eran mejores que en la condición del estímulo desagradable.
  • Los voluntarios tenía mejores resultados en la discriminación de tonos cuando los estímulos que seguían eran positivos o neutros, sin embargo si eran negativos o desagradables sus resultados empeoraba.
  • De tal forma que los voluntarios después de enterarse de que un determinado tono se asociaba con algo desagradable, no podían distinguir ese tono de otros similares, a pesar de haberlo realizado antes en condiciones normales.
  • No importa lo bien que hubieran distinguido los tonos antes o aprendido cosas nuevas, si recibían un refuerzo aversivo (un tono seguido de algo desagradable) los sujetos tenían mayores  dificultades para diferenciar los tonos entre sí.
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Según el Dr Rony Paz
Esto probablemente tiene sentido pensando  en nuestro pasado evolutivo. Si ya he escuchado el sonido de un león atacando, la supervivencia podría depender de un ruido similar y esto mantendría alerta los instintos ante la posibilidad de tener que salir corriendo, en lugar de considerar si el sonido es realmente un gruñido o solo algo parecido.
Rony Paz cree que esta tendencia podría ser más fuerte en personas que sufren síndrome de estrés post-traumático. Por ejemplo muchos de los testigos de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, desarrollaron estrés postraumático.
Los rascacielos les producían rechazo,incluso otros edificios altos que nada tenían que ver con las torres gemelas les seguían provocando rechazo. Sobre una base instintiva es posible que sencillamente asocien cualquier edificio alto con una experiencia traumática.
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El equipo de científicos investiga esta idea, entre otras cosas esperan identificar las áreas del cerebro que están involucradas en el establecimiento de los diferentes niveles de percepción. De esta forma se podrá saber más sobre el desarrollo de trastornos como la ansiedad o el estrés postraumático.

La capacidad de decisión de una célula es de 0,92 bits

Se ha conseguido determinar el número de posibles decisiones que una célula individual puede tomar después de recibir información de su entorno, y, en esencia, son sólo dos. Sin embargo, conforme aumenta el número de células que trabajan juntas, también lo hace la capacidad de decisión del grupo.

El estudio pionero en el que se ha hecho este hallazgo combina las matemáticas con experimentos en células vivas, para traducir el funcionamiento interno de la toma de decisiones de la célula en un lenguaje matemático universal, permitiendo que el procesamiento de información en las células sea comparado con el procesamiento de datos que tiene lugar en los ordenadores.

Esta nueva y llamativa investigación también demuestra por qué es ventajosa para las células la estrategia de cooperar entre ellas: Al formar parte de organismos multicelulares, logran superar su limitada capacidad de toma de decisiones.

Cada célula interpreta una señal proveniente del entorno de una manera diferente. Pero si muchas células actúan juntas, generando así una respuesta colectiva, el resultado puede eliminar las diferencias en la interpretación de la señal, en tanto que refuerza los rasgos comunes de las respuestas.

Un bit de información representa dos opciones: sí o no, encendido o apagado, o uno o cero en código binario, utilizado por los programas informáticos. Dos bits duplica la cantidad de opciones a cuatro, y así sucesivamente para cada bit agregado.

A fin de determinar cuántos bits de información tiene una célula para cada decisión, el equipo de Andre Levchenko, del Instituto Johns Hopkins para Ingeniería Celular, tuvo que medir una decisión biológica real en progreso. Los investigadores decidieron examinar los efectos de un conocido estimulante celular, una proteína llamada TNF, responsable de la activación de la respuesta inflamatoria en el cuerpo. Cuando las células detectan TNF en su superficie, transmiten un mensaje que envía una proteína mensajera al núcleo para activar los genes de la inflamación.

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Conexión sináptica neuronal. (Ilustración: NIMH)
 
 
 

Los investigadores administraron distintas cantidades de TNF a células de ratón en placas de Petri, y luego determinaron si el mensajero llegó al núcleo. Acoplaron al mensajero un marcador luminoso, de modo que cuanto más grande fuese la cantidad de mensajero presente en el núcleo, más brillante se viera éste bajo el microscopio. Los investigadores utilizaron un programa informático para cuantificar el brillo del núcleo después de la adición de TNF, con lo que pudieron calcular que la respuesta de una sola célula era de 0,92 bits de información, lo que, esencialmente, permite dos decisiones posibles.

Los investigadores también examinaron la idea de que las células podrían responder colectivamente a estímulos para tomar decisiones en conjunto. Volvieron a cuantificar el brillo del núcleo en respuesta a la TNF, pero esta vez examinaron grupos de células. Encontraron que grupos de tan pocas células como 14 podían producir 1,8 bits de información, correspondientes a entre 3 y 4 diferentes decisiones posibles para el grupo.

El hecho de que grupos de células puedan tomar más decisiones que células aisladas explicaría por qué ser multicelular es una opción provechosa en el mundo animal, y por qué las células a veces pueden lograr mucho más si trabajan juntas que si lo hacen por separado.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La influencia de ciertos genes en nuestros juicios morales

La opinión de que el fin justifica los medios es un tema candente de debate, sobre todo cuando se aplica a salvar vidas humanas. ¿Es aceptable causar la muerte de un ser humano si con ello se logra evitar la muerte de otros? En casos como el de tener que disparar contra un asesino para evitar que mate a personas inocentes, la respuesta suele estar bastante clara. En otras situaciones, el dilema moral se vuelve más complejo.

La postura que cada persona adopta al respecto de ese dilema moral depende en buena parte de lo que le dicte su conciencia. Pero, según los resultados de un nuevo estudio, también depende en gran medida de lo que le dicte su genética particular.

El equipo de la psicóloga Abigail Marsh, de la Universidad de Georgetown,  Estados Unidos, acaba de presentar la primera evidencia de que un genotipo particular puede afectar al modo en que la gente toma esa clase de decisiones.

En su investigación, Marsh y sus colegas constataron que las personas con el alelo largo de un gen específico (un transportador de serotonina) presentaban una mayor tendencia a considerar aceptable un peligro elevado de dañar a una persona inocente a cambio de salvar a otras, en comparación con los portadores del alelo corto del mismo gen.

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Los poseedores de un alelo largo de un gen específico (un transportador de serotonina) presentan una mayor tendencia a considerar aceptable un peligro elevado de dañar a una persona inocente a cambio de salvar a otras. (Imagen: Georgetown U.)





Que se sepa, ésta es la primera vez que se determina la existencia de una asociación entre un genotipo particular y diferencias entre individuos en cuanto a juicios morales.

Marsh reunió los datos mientras trabajaba en el Instituto Nacional estadounidense de Salud Mental, y colaboró con colegas del Instituto Nacional estadounidense sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo.