jueves, 26 de junio de 2008

Peces robóticos que se organizan

Crean peces robotizados capaces de organizarse entre sí
Se comunican vía wireless y servirán para explorar zonas submarinas de difícil acceso


Ingenieros de la Universidad de Washington han ideado unos robots submarinos capaces de trabajar independientemente comunicándose entre sí vía wireless. El robot se llama “Robofish”, y se diferencia del resto de robots submarinos en que tienen la capacidad de organizarse porque pueden comunicarse entre sí y con el exterior vía wireless. Su creadora ha sido la ingeniera Kristi Morgansen, que se ha inspirado en el comportamiento que sigue un grupo de peces a los que ha estado observando y estudiando. La idea es que esta tecnología pueda usarse, entre otras cosas, para seguir grupos de ballenas, manchas contaminantes o explorar partes del océano inaccesibles para el ser humano. Por Raúl Morales.



Ingenieros de la Universidad de Washington han ideado unos robots submarinos capaces de trabajar independientemente comunicándose entre sí vía wireless. Mientras la mayor parte de los robots oceánicos creados hasta la fecha necesitan comunicarse periódicamente con los científicos o con satélites intermediarios para intercambiar información, este diseño (inspirado en el comportamiento de los peces) puede trabajar en cooperación comunicándose únicamente entre ellos.

En los últimos cinco años, Kristi Morgansen, profesora asistente de astronáutica y aeronáutica en la Universidad de Washington, ha construido tres “Robofish” que se comunican unos con otros bajo el agua. Recientemente, ha presentado los resultados de estos años de trabajo en la International Federation of Automatic Control's Workshop on Navigation, Guidance and Control of Underwater Vehicles, donde ha constatado que los primeros test de esta nueva tecnología han sido satisfactorios.

Los robots fueron programados para nadar todos a la vez hacia una misma dirección o para que todos los hicieran en diferentes direcciones. Estas tareas básicas pueden proporcionar las bases para coordinar en el futuro el movimiento de un grupo de robots.

Este experimento ha tenido lugar en un tanque de agua, pero sólo es el principio para crear sistemas capaces de hacer mejores exploraciones bajo las aguas oceánicas.

“Los robots acuáticos no necesitan oxígeno. La única razón por la que tienen que volver a la superficie ahora mismo es para comunicarse”, comenta Morgansen, en un comunicado de prensa. La gran ventaja de su robot es que no necesita volver a la superpie hasta no haber completado su misión.

Explorar medios hostiles

En el futuro, estos grupos de robots submarinos podrían seguir de un modo organizado y cooperando objetivos bajo el agua, como ballenas o una marea negra, explorar cuevas, aguas bajo el hielo o medios peligrosos y hostiles para el ser humano.

El Robofish, que tiene el mismo tamaño que un salmón de unos cuatro kilos, tiene el mismo aspecto que un pez porque usa aletas en lugar de hélices, como suele ser habitual. Las aletas los hacen más maniobrables y menos resistentes aerodinámicamente.

Otros investigadores en el mundo están construyendo robots con aspecto de pez, sin embargo la gran novedad del desarrollo de la Universidad de Washington es que su robot-pez se puede comunicar con la superficie vía wireless.

Para crear el Robofish, Morgansen se ha inspirado una vez más en los sistemas naturales. La ingeniera ha trabajado con Julia Parrish, profesora de la Escuela de Ciencias Acuáticas y Pesca de la Universidad de Washington, para recoger los patrones de peces agrupados.

“Observando animales agrupados, se pueden conseguir maniobras más eficientes y comportamientos más suaves que los que actualmente somos capaces de construir”, explica Morgansen. “La idea de estos experimentos es preguntarnos cómo funcionan y si podemos extraer de ellos algunas ideas”.

El equipo adiestró a algunos peces para que respondieran a estímulos nadando hacia un área en el que tenían alimento. Los científicos han descubierto que, incluso habiendo adiestrado a menos de un tercio del grupo, todo él nadaba hacia esa zona a la vez.

Comportamiento de grupo

“El pez que tiene las ideas claras tiende a dominar sobre aquellos que no las tienen”, comenta Morgensen. “Esto tiene implicaciones sobre lo que va a pasar si se aplica a un grupo de vehículos. ¿Puede un vehículo hacer que el resto de vehículos del grupo haga algo sólo basándose en su comportamiento?”

Además de encontrar la mejor manera para que los robots se coordinen entre sí, los ingenieros se han tenido que enfrentar al problema de cómo transmitir información a través de la densidad del agua.

“Cuando se está bajo el agua, no es posible mandar un montón de datos (vía wireless a través del agua)”, dice Morgansen. Se refiere a que sólo se pueden mandar 80 bytes o 32 números por segundo.

La energía que se necesita para mandar la información a una larga distancia es prohitiva si tenemos en cuenta que las baterías de los robots están limitadas. Además, las señales pueden perderse cuando topan con la superficie de algún obstáculo encontrado en su camino.

Para enviar mensajes entre los Robofish se han usado pulsos de sonar de baja frecuencia u ondas de presión (un tipo de ondas elásticas que pueden viajar a través de líquidos). Los resultados de los primeros experimentos hechos con este dispositivo han puesto de manifiesto que sólo la mitad de la información llegaba satisfactoriamente al robot destinatario.

Ahora los investigadores están usando la habilidad de coordinación que ha demostrado ya su robot pez para hacer tareas similares a las que se tendrá que enfrentar en el océano. Su primera misión será este verano y consistirá en seguir un tiburón de juguete manejado por control remoto.

martes, 24 de junio de 2008

Las emociones pueden ser evocadas de manera inconciente

martes, 17 de junio de 2008 08:20
La mayoría de las personas está de acuerdo con que las emociones pueden ser causadas por un evento específico y que la persona que las experimenta es consciente de la causa. Pero una investigación reciente sugiere que las emociones también pueden ser evocadas y manipuladas de manera inconsciente.

La psicóloga Kirsten Ruys y su colega Diederik Stapel del Instituto para la Investigación de las Conductas Económicas en la Universidad de Tillburg, en Los Países Bajos, han revelado la primera evidencia empírica que sugiere que los humanos no necesitamos ser conscientes del evento que causó nuestro estado de ánimo o emociones, para ser afectados por él. Los científicos elaboraron la hipótesis de que, debido a que los humanos hemos evolucionado para responder rápida e inconscientemente a los estímulos, debemos ser capaces de reaccionar ante un evento emocional sin tener plena conciencia de ello.

Los investigadores midieron los pensamientos, sentimientos y comportamiento de los sujetos de estudio para determinar si emociones específicas eran inducidas en ellos sin que fuesen conscientes de su causa. En el estudio se puso a prueba la teoría de que, debido a la selección natural, los humanos deberíamos ser capaces de detectar automáticamente informaciones específicas que evocan emociones.

Los participantes fueron separados en tres grupos y se les dijo que en el monitor de un ordenador podían aparecer destellos muy cortos. Entonces se les indicó que presionaran la tecla "R" si el destello aparecía en la parte derecha de la pantalla, o la tecla "L" si aparecía en la izquierda.

En realidad, los "destellos" eran imágenes subliminales seleccionadas para provocar miedo, asco o ninguna emoción. Las imágenes aparecían a velocidades variables, pero lo bastante altas como para que a los participantes les resultase imposible ser del todo conscientes de su presencia. En otras palabras, los participantes no se percataban de que estaban mirando imágenes de perros gruñendo amenazantemente, o inodoros sucios, o imágenes neutrales tales como caballos o sillas.

Entonces, se realizaron pruebas a los participantes para medir los efectos de las imágenes en su cognición, sentimientos y comportamiento.

Los llamativos resultados respaldan fuertemente la validez de la teoría puesta a prueba por los psicólogos. Aquellos participantes que miraron sólo las imágenes subliminales desagradables fueron más propensos a utilizar palabras desagradables en un ejercicio que consistía en completar textos con palabras, y a describir sus sentimientos con palabras similares. El resultado equivalente se constató con la reacción de quienes vieron sólo las imágenes que inducían miedo.

Los psicólogos comprobaron también que después de exposiciones rápidas (120 milisegundos) a estímulos emocionales, se desarrolló un estado de ánimo negativo general acompañado por emociones específicas, tales como miedo, después de ver imágenes atemorizantes. Después de las exposiciones ultraveloces (40 milisegundos), sólo se indujo un estado de ánimo negativo general sin una emoción específica involucrada.

Sinestecias

jueves, 19 de junio de 2008 08:05
Un raro fenómeno psicológico conocido como "sinestesia grafema-color" hace que quienes lo experimentan perciban vívidos colores siempre que ven, oyen, o piensan en letras y dígitos ordinarios. Se ha venido considerando que un rasgo distintivo de la sinestesia es que la mayoría de las personas que la experimentan ven cada una individualizadamente, de forma reiterada y coherente, los mismos colores acompañando a grafemas específicos, en tanto que pocas de ellas parecen compartir la misma "tabla de equivalencias". Ahora, los resultados de una nueva investigación se agregan a un conjunto creciente de evidencias que hace pensar en que sí existen elementos comunes a distintas personas con esta clase de sinestesia.

En su estudio propio sobre 70 personas con sinestesia, y en un nuevo análisis de 19 más a partir de datos previamente publicados, la psicóloga Julia Simner, de la Universidad de Edimburgo, y Jamie Ward de la Universidad de Sussex han encontrado que las personas con sinestesia comparten ciertas combinaciones de grafema-color. Por ejemplo, la letra "a" es frecuentemente asociada con la percepción del color rojo.

Otro hallazgo interesante es que los emparejamientos están determinados por cuán frecuentemente se utilizan el grafema y los términos de los colores en el idioma: Las letras comunes (por ejemplo, "a") se asocian a nombres de colores corrientes (por ejemplo, "rojo"), mientras que las letras con un uso menor (por ejemplo "v") se asocian a nombres de colores menos usuales (por ejemplo, "morado").

Esto muestra que las experiencias perceptuales de la sinestesia están influenciadas por el aprendizaje y las características del entorno del sujeto.

Aunque estos resultados pueden ayudar a explicar rasgos comunes de la sinestesia, la relación precisa sigue sin estar clara, según reconocen los autores del estudio.