lunes, 17 de febrero de 2014

Amor, motor de la evolución



Puerto La Cruz.- “El amor es una motivación fisiológica, como el hambre o la sed, surgida en la línea evolutiva de los homínidos y responsable de las principales peculiaridades del ser humano y de su evolución”, dice Enrique Burunat, en su  libro “Amor y origen de la humanidad”, de próxima aparición.  
Este profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna (Tenerife, islas Canarias, España) afirma que el amor se basa en la función de varias estructuras cerebrales, aunque en él interviene “gran parte del cerebro humano y de sus funciones, como las relacionadas con las emociones, la memoria o el lenguaje.”  
Así, Burunat entiende que el amor “no es una construcción cultural, sino biológica”.  
“El amor es el resultado de la actuación de la selección natural durante los últimos millones de años en la evolución humana. Constituye el resultado de la integración y sinergia de capacidades previamente existentes, como el placer, la empatía, la fidelidad o el altruismo, entre otras”, indica.
“Como todas las obras de la evolución, el amor surge y se mantiene porque es positivo para la supervivencia de la especie"  
Supervivencia  
El experto lo define como una capacidad creada por la evolución, “es como la capacidad de respirar aire o la de sentir dolor pero, sobre todo, el amor es la capacidad responsable del origen y evolución de la humanidad”.  
Además, Burunat precisa que, en la línea evolutiva humana, el amor ha sido seleccionado positivamente ya que promueve la supervivencia de las crías mediante varios mecanismos que implican a ambos progenitores, por ejemplo, la fidelidad entre los miembros de la pareja.  
“Como todas las obras de la evolución, el amor surge y se mantiene porque es positivo para la supervivencia de la especie, y lo mismo cabe afirmar de sus componentes, por ejemplo, de la fidelidad”, expresa Burunat.  
Aquí, el especialista pone de manifiesto un trabajo reciente del profesor Sergei Gavrilets, de la Universidad de Tennessee (Estados Unidos), que señala que la fidelidad se extiende con rapidez entre la mayoría de los machos.  
“Esto ocurre porque si los machos son fieles, alimentan y cuidan, tanto a su pareja como a su prole, que sobrevive, y transmiten los genes del propio macho, entre ellos los implicados en la fidelidad, y así ésta se mantiene y extiende”, explica.  
Del mismo modo, Burunat considera que la fidelidad en la relación amorosa surge de la capacidad adictiva del amor, a la que compara con la que producen las drogas.  
De hecho, el profesor indica que “el efecto placentero de las drogas y el del amor comparten el mismo sustrato cerebral”. 
En ese mismo sentido, el equipo de la doctora Helen Fisher, de la Universidad Stony Brook de Nueva York (EE UU), ha comprobado que el sustrato cerebral de los síntomas de abstinencia a la cocaína es similar al de la ruptura amorosa.  
Necesidad   
“En el desarrollo individual, el amor es necesario en la infancia, la niñez y la adolescencia para la correcta construcción del cerebro y de la mente humana adulta, y no en términos metafísicos o morales, sino moleculares y genéticos”, asegura.  
Así, Burunat destaca que la ausencia del amor en estas etapas de la vida, entendida como abandono, violencia o abuso sexual, causa efectos permanentes en la arquitectura y en la función cerebrales.  
Es más, para el psicólogo, el surgimiento del amor permite explicar la aparición de la niñez en la línea evolutiva de los homínidos pues, según indica, “el amor maternal asegura la supervivencia de las crías humanas tras el destete, que se produce antes que en otros grandes primates, y la alimentación y el cuidado de las crías solo puede explicarse por el amor maternal”, afirma.
“El lenguaje humano es uno de los resultados de la selección natural creadora de un cerebro construido para experimentar amor"
En las manos está
Por otro lado, el autor considera que el amor está detrás de la habilidad de las manos humanas para manipular objetos.  
Apunta que “frente a la insistencia en la capacidad manipulativa de las manos humanas para la fabricación de herramientas, es más creíble que las manos se emplearan inicialmente sobre todo en las caricias en la relación materno-filial y en la relación sexual. Su sensibilidad y capacidad manipulativa resultan del surgimiento del amor”.  
Del mismo modo entiende que el amor tiene un papel destacado en el nacimiento del lenguaje verbal. 
“El lenguaje humano es uno de los resultados de la selección natural creadora de un cerebro construido para experimentar amor, y son algunas de las peculiaridades del amor las que posibilitaron la construcción del lenguaje en ese mismo cerebro”, detalla.  
Es más, el especialista señala que la adquisición del lenguaje verbal estuvo motivada por el amor maternal.  
“Dado que el placer acompaña al lenguaje, madres e hijos iniciaron una espiral adictiva de comunicación cuando, alguna o algunas mutaciones, construyeron un aparato fonador moderno. Eso explica que el cerebro femenino, en general, evidencie una adquisición más rápida y un mejor desempeño del lenguaje a todas las edades. Asimismo, los trastornos del lenguaje son más frecuentes en niños y varones que en niñas y en mujeres”, afirma.  
En definitiva, para Burunat, el amor es “la principal fuerza directora y el motor de la evolución humana” y concluye aseverando de forma taxativa: “el atributo o cualidad de humano no lo otorga la inteligencia, sino la capacidad de amar”.