jueves, 30 de julio de 2009

Los Cambios Evolutivos en Cerebros de Animales Reflejan los Retos Cognitivos


Un grupo de científicos especializados en estudiar cómo evolucionan los cerebros de los animales ha constatado que los cambios evolutivos en la estructura cerebral reflejan los tipos de interacciones sociales y de estímulos medioambientales afrontados por las diferentes especies.


Este estudio es el primero en comparar múltiples especies de animales con estrecho parentesco evolutivo, en este caso avispas sociales, para estudiar cómo los papeles de los individuos en una sociedad podrían afectar a la arquitectura del cerebro. La investigación se ha centrado en las diferencias de estructura cerebral entre las especies, con la meta de averiguar cómo el tamaño de las diferentes regiones del cerebro se relaciona con la complejidad social de cada especie y con la arquitectura de sus avisperos.

Parece claro que las diferentes regiones del cerebro responden a desafíos específicos. Es importante encontrar estas relaciones porque pueden decirnos qué desafíos guían a la evolución del cerebro.

La investigadora Yamile Molina y el profesor de psicología Sean O'Donnell, ambos de la Universidad de Washington, estudiaron los cerebros de ocho especies de avispas sociales de Costa Rica y Ecuador.

Una idea que se ha venido barajando es que las interacciones sociales por sí mismas demandan habilidades cognoscitivas avanzadas. Los autores del nuevo estudio se propusieron averiguar exactamente qué factores ambientales y sociales favorecen el aumento de tamaño en una región determinada del cerebro.

Molina y O'Donnell capturaron a hembras de colonias de las ocho especies de avispas, concretamente reinas y obreras, y examinaron sus cerebros. Los machos fueron descartados debido a que la mayor parte del tiempo no suelen desempeñar un papel conductual importante en las labores y demás actividades de una colonia de avispas sociales.

Al examinar a las avispas hembra, los investigadores encontraron fuertes evidencias de que las reinas, más que las obreras, tienen una estructura cerebral distintiva que responde a los retos cognitivos de la especie.

Las avispas sociales forman colonias de manera diferente, y construyen dos tipos de avisperos. En las avispas más primitivas, una reina se aparea con un macho y vuela lejos para fundar una pequeña colonia. Entre las avispas sociales más avanzadas, varias reinas jóvenes y un grupo de obreras abandonan una colonia como un enjambre para establecer una nueva colonia con una población mucho más grande que la de las colonias fundadas por una sola reina.

Las fundadoras independientes y algunos enjambres fundadores construyen avisperos en espacios abiertos, mientras que la mayoría de los enjambres fundadores construyen avisperos en espacios cerrados y con interiores que son mucho más oscuros.

Molina y O'Donnell han comprobado que las reinas de los avisperos en espacios abiertos tienen más grandes las regiones centrales del cerebro consagradas al procesamiento de la visión que las reinas de los avisperos en espacios cerrados. Las reinas de los avisperos de esta última clase, donde la visión no es tan importante y donde dependen más de la comunicación química a través de las feromonas, tienen más grandes los lóbulos cerebrales de procesamiento de mensajes químicos captados por las antenas, que las reinas de los avisperos en espacios abiertos.

Información adicional en:

* U. Washington

miércoles, 29 de julio de 2009

super memoria

Científicos españoles descubren cómo incrementar 1.000 veces la memoria.
Un equipo de investigadores liderados por el profesor de la Universidad de Málaga, Zafaruddin Khan, han descubierto que la estimulación de la corteza visual (una pequeña área del cerebro), con una proteína denominada RGS14, puede incrementar enormemente la capacidad de la memoria. El estudio,realizado en ratas,ha sido publicado en la revista Science. La RGS14 es, afirma Khan, “una biomolécula con posibilidades de uso para el desarrollo de un medicamento que cure las deficiencias en la memoria, no sólo en pacientes con patologías neurológicas, sino también en la población anciana”.
Gracias a ella las ratas son capaces de retener en la memoria la información de un objeto durante meses, mientras que los animales normales no son capaces de almacenar la misma información más de 45 minutos.
Este descubrimiento podría cambiar la calidad de vida de pacientes con enfermedades neurológicas y neurodegenerativas y también de las personas mayores. También su aplicación se podría extender a estimular la memoria por ejemplo en estudiantes que pese a su empeño no logran memorizar grades cantidades de información.

La memoria humana


Brad Williams recuerda con detalle los últimos cuarenta años de su vida y responde a las preguntas que le formulan sus oyentes más deprisa que el buscador Google.

Este periodista radiofónico norteamericano goza de una memoria personal tan prodigiosa que es capaz de convertir el pasado en presente sin que le suponga ningún esfuerzo, mientras intenta comprender ex­trañado por qué sus amigos y familiares tienen un mecanismo en el cerebro que les permite olvidar. Hace años, Ireneo Funes tuvo un problema parecido. Guardaba sin descanso millones de fotogramas en la cabeza, hasta que determinó reducir su vida a unos setenta mil recuerdos. Iba a empezar la tarea, cuando descubrió que llegaría la hora de la muerte y aún no habría terminado de clasificar los mejores momentos de la infancia. Ireneo es el protagonista de un relato de ficción que el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió en 1942. En cambio, Brad es un hombre que se ha hecho famoso en Estados Unidos tras el estudio científico realizado por los doctores James L. McGaugh y Larry Cahill, del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de Irvine (California). Brad nunca imaginó que le diagnosticarían una afección inaudita y sorprendente, hipertimesia. “Los investigadores me interrogaron durante 40 minutos sobre acontecimientos de mi pasado, fui sometido a tests de memoria y me escanearon la cabeza para explorarla mediante imágenes digitalizadas. Planean estudiar mi caso detenidamente en un futuro próximo, sin recurrir a las pruebas genéticas. Disfruto de la fama, aunque no soy tan popular como Tom Cruise o Britney Spears”, comenta. Esta historia empezó el lunes 27 de marzo de 2006, cuando Eric Williams, hermano pequeño de Brad, leyó en la página web de la cadena de televisión ABC una noticia que le resultó familiar. Se trataba de AJ (su nombre es Jill Price, pero prefirió conservar el anonimato. Véase el recuadro), una mujer norteamericana de 41 años, que rememoraba todo lo que había hecho desde 1974. Podías preguntarle la fecha de un acontecimiento histórico significativo y ella respondía rápida y correctamente. Sus familiares y amigos la llamaban “el calendario humano”.