Del ingente mundo de los insectos, sólo las llamadas “avispas de papel” son capaces de reconocer a otros individuos de su especie por los rasgos o patrones de su cara. ¿Son acaso superdotadas? Parece que nada de eso, según Wulfila Gronenberg, de la Universidad de Arizona, que ha estudiado tal habilidad en estas avispas. Tras comparar los cerebros de ejemplares que poseían la capacidad de identificar caras con otros que carecían de ella, Gronenberg constastó que no hay diferencias apreciables ni en las estructuras neuronales ni en los órganos visuales.
Así pues, el reconocimiento facial apenas implicaría más desarrollo que discriminar entre diferentes predadores o alimentos, lo que puede aclarar cómo evolucionó esta facultad en mentes animales más avanzadas.
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