Este es un espacio para compartir unas serie de temas sobre las ciencias cognitivas y áreas del saber relacionadas
miércoles, 29 de julio de 2009
La memoria humana
Brad Williams recuerda con detalle los últimos cuarenta años de su vida y responde a las preguntas que le formulan sus oyentes más deprisa que el buscador Google.
Este periodista radiofónico norteamericano goza de una memoria personal tan prodigiosa que es capaz de convertir el pasado en presente sin que le suponga ningún esfuerzo, mientras intenta comprender extrañado por qué sus amigos y familiares tienen un mecanismo en el cerebro que les permite olvidar. Hace años, Ireneo Funes tuvo un problema parecido. Guardaba sin descanso millones de fotogramas en la cabeza, hasta que determinó reducir su vida a unos setenta mil recuerdos. Iba a empezar la tarea, cuando descubrió que llegaría la hora de la muerte y aún no habría terminado de clasificar los mejores momentos de la infancia. Ireneo es el protagonista de un relato de ficción que el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió en 1942. En cambio, Brad es un hombre que se ha hecho famoso en Estados Unidos tras el estudio científico realizado por los doctores James L. McGaugh y Larry Cahill, del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de Irvine (California). Brad nunca imaginó que le diagnosticarían una afección inaudita y sorprendente, hipertimesia. “Los investigadores me interrogaron durante 40 minutos sobre acontecimientos de mi pasado, fui sometido a tests de memoria y me escanearon la cabeza para explorarla mediante imágenes digitalizadas. Planean estudiar mi caso detenidamente en un futuro próximo, sin recurrir a las pruebas genéticas. Disfruto de la fama, aunque no soy tan popular como Tom Cruise o Britney Spears”, comenta. Esta historia empezó el lunes 27 de marzo de 2006, cuando Eric Williams, hermano pequeño de Brad, leyó en la página web de la cadena de televisión ABC una noticia que le resultó familiar. Se trataba de AJ (su nombre es Jill Price, pero prefirió conservar el anonimato. Véase el recuadro), una mujer norteamericana de 41 años, que rememoraba todo lo que había hecho desde 1974. Podías preguntarle la fecha de un acontecimiento histórico significativo y ella respondía rápida y correctamente. Sus familiares y amigos la llamaban “el calendario humano”.
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