5 de Mayo de 2010.
La leche materna de las monas envía a sus crías lactantes unas señales capaces de programar el carácter y la conducta de los retoños, según los resultados de una nueva investigación.
En su estudio, unos científicos de la Universidad de California en Davis y el Instituto Smithsoniano han desvelado que los monos de muy corta edad cuyas madres tuvieron niveles más elevados de energía en la leche inmediatamente después de sus nacimientos, se desenvolvieron con más eficacia y mostraron una mayor seguridad en sí mismos que aquellos cuyas madres tuvieron niveles menores.
"Éste es el primer estudio en un mamífero que presenta evidencia de que la variación natural en la energía disponible de la leche de la madre está asociada con una variación posterior en la conducta y el temperamento del bebé", explica Katie Hinde, antropóloga en el Centro Nacional de Investigación de Primates de California y el laboratorio de nutrición en el Parque Zoológico Nacional dependiente del Instituto Smithsoniano. Hinde es coautora del estudio junto con el profesor de psicología John Capitanio, de la Universidad de California en Davis.
Entre los monos macacos rhesus, las madres que pesan más y han tenido embarazos previos, producen más y mejor leche materna para sus retoños que las madres con menor peso y menos experiencia. Los investigadores se valieron de grupos numerosos de monos macacos rhesus viviendo en cautiverio en exteriores en el Centro Nacional de Investigación sobre Primates de California, en la Universidad de California en Davis, para estudiar cómo esta variación natural en la calidad y cantidad de la leche materna envía señales a las crías sobre su entorno.
Los investigadores recopilaron leche de 59 madres en dos momentos distintos: uno cuando sus hijos tenían un mes de edad, y el otro cuando los retoños tenían tres meses y medio de edad. El equipo de investigación registró la cantidad de leche producida por cada madre y analizó el valor en energía de las grasas, proteínas y azúcares de la leche de cada animal. Estos valores fueron combinados para calcular la energía disponible en la leche producida por cada madre.
Desde los tres hasta los cuatro meses de edad, se evaluó la conducta y el temperamento de cada retoño. Las crías cuyas madres tuvieron niveles más elevados de energía en la leche inmediatamente después de su nacimiento, se desenvolvieron con más eficacia (cambiaron más de lugar, exploraron más, comiendo y bebiendo) y mostraron mayor seguridad en sí mismos (fueron más curiosos, juguetones y activos). Las crías cuyas madres tuvieron niveles inferiores de energía en la leche presentaron niveles de actividad más bajos y se mostraban más inseguros cuando se les separaba temporalmente de sus madres.
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