martes, 3 de junio de 2014

Ruptura en el circuito neuronal de la empatía


Las conexiones deficientes entre centros cerebrales de la emoción pueden provocar la apatía social.

Casi todas las personas, al imaginar que alguien sufre, sentimos desazón y deseos de ayudar. No así los psicópatas: en el meollo de la personalidad psicopática hallamos frialdad, e incluso crueldad, ante el sufrimiento ajeno. Un estudio por magnetografía cerebral reveló que presos psicópatas presentaban deficiencias en un circuito cerebral que desempeña un papel clave en la empatía, lo que apunta hacia una posible diana terapéutica.
Jean Decety, de la Universidad de Chicago, y sus colaboradores obtuvieron imágenes de resonancia magnética funcional del cerebro de 121 internos varones mientras estos miraban fotografías de situaciones que causan dolor (recibir un pisotón en una uña o pillarse los dedos al cerrar un cajón). Los sujetos debían imaginar que esas mismas situaciones les ocurrían a ellos o a otra persona. Se trata de una técnica de traslación de enfoque, que fácilmente suscita empatía.
Cuando se pensaban a sí mismos sufriendo el dolor, los presos con máxima puntuación en un test estándar de psicopatía mostraron respuestas normales en los centros cerebrales de la emoción y de percepción del dolor. Mas cuando se les pidió que imaginasen que aquello le ocurría a otra persona, su cerebro no mostraba la conectividad típica entre la amígdala (región central para el procesamiento del miedo y las emociones) y la corteza prefrontal medioventral. Se trata de una conexión crítica para la regulación de las emociones, la empatía y la moralidad. Algunos resultados indicaban que podrían haberse activado regiones asociadas con el placer.
Esas áreas cerebrales, que en los casos de psicopatía aparecían peor comunicadas, resultan clave para sentir empatía, capacidad en la que fallan los individuos con una elevada puntuación en personalidad psicópata, explica Decety. La terapia cognitiva puede ayudar a algunas de estas personas. Decety propone que los clínicos puedan medir los cambios en las conexiones cerebrales defectuosas con el fin de mejorar las estrategias para estimular la empatía.

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