lunes, 7 de julio de 2014

Comer insectos influyó en desarrollo cerebral de humanos

 Investigadores de la Universidad de Calgary, Canadá, realizaron el estudio con monos carablanca en  Santa Rosa, Guanacaste.   | PABLO MONTIEL

POR Monserrath Vargas L.
Es posible que su cerebro sea hoy más desarrollado que el de otras especies porque sus ancestros comían hormigas y otros insectos cuando el alimento escaseaba.
Así lo sugiere un estudio hecho por investigadoras de la Universidad de Calgary, Canadá, y publicado en la edición de junio del Journal of Human Evolution.
Las científicas observaron a monos carablanca ( Cebus capucinus ) durante cinco años en Santa Rosa, en el Área de Conservación Guanacaste (ACG).
Para la investigación, se enfocaron en cuatro grupos de monos, cada uno de los cuales estaba integrado por entre ocho y 35 miembros.
Los sujetos estudiados fueron monos adultos o con al menos tres años de edad pues los más jóvenes son menos hábiles en la recolección de insectos. Para identificarlos se usaron características distintivas de sus rostros, su tamaño o bien cicatrices.
Amanda Melin, autora principal del estudio, afirmó en una publicación de la Universidad Washington en San Luis, Misuri, que estos primates tienen cerebros grandes, por lo que facilitan los estudios relacionados con el tamaño cerebral y la inteligencia.
El análisis tomó en cuenta factores como precipitación, temperatura y abundancia de frutas, para determinar en qué momentos los monos carablanca, también conocidos como capuchinos, recurrían a alimentos de reserva. Entre ellos están las larvas, chinches, termitas, abejas, hormigas, avispas y caracoles.
Así se encontró que los sujetos estudiados comen insectos durante todo el año, pero el consumo aumenta según las estaciones, sobre todo cuando su alimento preferido ( la fruta madura) escasea.
“Estos resultados sugieren que los insectos son un importante alimento de reserva”, aseguró Melin.
Hallazgo. La labor de excavar en busca de insectos cuando la comida era escasa pudo haber “contribuido a la evolución cognitiva de los homínidos y también a sentar las bases para lo que más tarde sería el uso de herramientas avanzadas”, comentó Amanda Melin.
La experta aseguró que este es uno de los primeros estudios que da cuenta de cómo la no disponibilidad de alimento debido a la época influye en la alimentación de los monos carablanca.
Además, dijo que los antepasados del humano actual también se vieron obligados a variar su dieta y consumir insectos cuando el alimento era menos abundante, lo que a la larga pudo haber estimulado el crecimiento de su cerebro o aportado al desarrollo de sus funciones cognitivas.
¿Por qué? Porque las búsquedas de alimento son capaces de aumentar la destreza manual, el uso de herramientas e incluso incentivar la solución innovadora de problemas, ante el reto de obtener los insectos en lugares poco accesibles, tal como sucede a los monos estudiados.
“Acceder a los insectos ocultos y bien protegidos que viven en las ramas y bajo las cortezas de los árboles es una tarea cognitivamente exigente, pero ofrece una recompensa de alta calidad: la grasa y la proteína que se necesitan para alimentar grandes cerebros”, manifestó la investigadora.
Incógnita. Así como hay semejanzas entre los monos y los ancentros de los humanos, los científicos también han tratado de establecer lo que nos diferencia de ellos.
La Universidad de Oxford publicó recientemente un estudio en el que analizó la corteza frontal del cerebro de de 25 humanos y su equivalente en 25 chimpancés.
El estudio determinó: “Hay un área en la corteza frontal humana que no parece tener un equivalente en el mono, en absoluto. Esta zona ha sido identificada como la responsable de planificación estratégica y la toma de decisiones”, según el investigador principal del estudio, Franz-Xaver Neubert.

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