6 de Marzo de 2009.
Un nuevo estudio realizado mediante escaneos de la actividad cerebral explica lo que significa estar absorto en la lectura de una novela o relato, y revela que cuando leemos algo que nos interesa, creamos vívidas simulaciones mentales de los sonidos, imágenes, sabores y movimientos descritos en el texto narrativo, al activar las regiones del cerebro usadas para procesar experiencias similares en la vida real.
"Los psicólogos y los neurocientíficos están llegando cada vez más a la conclusión de que cuando leemos una historia y la entendemos bien, creamos una simulación mental de los eventos descritos por ella", explica Jeffrey M. Zacks, coautor del estudio y director del Laboratorio de Cognición Dinámica de la Universidad de Washington en St. Louis.
El estudio es uno de una serie en la que Zacks y sus colegas usan resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI) para rastrear la actividad del cerebro en tiempo real cuando los participantes en los experimentos leen y procesan palabras individuales o historias cortas.
Nicole Speer, autora principal de este estudio, señala que los resultados demuestran que la lectura no es para nada un ejercicio pasivo. En vez de eso, cuando leemos simulamos mentalmente cada nueva situación encontrada en el texto narrativo. Los detalles sobre las acciones y las sensaciones las capturamos del texto y las integramos con nuestro conocimiento personal de experiencias propias del pasado. Estos datos son entonces utilizados para poner en marcha simulaciones mentales que usan regiones del cerebro que esencialmente son las mismas que intervienen cuando efectuamos u observamos actividades reales similares.
Estos resultados sugieren que durante la lectura utilizamos las representaciones perceptuales y motoras en el proceso de comprender la actividad narrada, y estas representaciones son dinámicamente actualizadas al llegar a puntos en los cuales los aspectos relevantes de la situación cambian. Al leer, asimilamos una historia gracias a simular los eventos ficticios descritos en ella y a actualizar tales simulaciones cuando las características de esos eventos ficticios cambian.
Otros coautores de este estudio son Jeremy R. Reynolds (de la Universidad de Denver en Denver, Colorado), y Khena M. Swallow (de la Universidad de Minnesota).
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