Hace más de 150 años, Darwin propuso la teoría de la ascendencia común universal, que enlaza todas las formas de vida por una herencia genética compartida, desde los microorganismos unicelulares hasta los seres humanos. Hasta hace poco, esta teoría había estado más allá del alcance de una comprobación formal. Sin embargo, ahora se ha conseguido por fin presentar los resultados de la primera comprobación cuantitativa a gran escala de esta famosa teoría que sustenta a buena parte de la biología evolutiva moderna.
Los resultados del estudio confirman que Darwin estaba en lo cierto desde el principio. En su libro de 1859, "El Origen de las Especies" ("On the Origin of Species"), propuso que "todos los seres orgánicos que han vivido en la Tierra han descendido de alguna forma primordial". Durante el último siglo y medio, ha crecido de manera constante la cantidad de evidencias cualitativas de esta teoría, gracias a las numerosas y sorprendentes formas de transición halladas en el registro fósil, y también a la identificación inequívoca de similitudes biológicas fundamentales a escala molecular.
Sin embargo, recientemente, ha crecido el escepticismo entre algunos biólogos evolutivos quienes han planteado que quizá las relaciones evolutivas entre los organismos vivos no quedan mejor descritas por un único “árbol genealógico evolutivo” sino más bien por múltiples árboles interconectados en una "red genealógica evolutiva".
Hay pruebas moleculares, obtenidas recientemente, que indican que la vida primordial pudo haber sido sometida a una desenfrenada transferencia horizontal de genes, como ocurre con frecuencia hoy en día cuando los organismos unicelulares intercambian genes utilizando otros mecanismos de reproducción que no son los usuales. En ese caso, según argumentan algunos científicos, las primeras relaciones evolutivas fueron semejantes a una red, por lo que es posible que las formas de vida evolucionasen a partir de varios ancestros en vez de sólo uno.
Según el bioquímico Douglas Theobald, eso realmente no importa. Podría ser que la vida se hubiera originado varias veces y de manera independiente unas de otras, algo que la teoría del ancestro común universal permite. Si es así, la teoría sostiene que se produjo un cuello de botella en la evolución, y los descendientes de sólo uno de los grupos primigenios independientes sobrevivieron hasta llegar a nuestros días.
O, por otra parte, también existe la posibilidad de que poblaciones separadas se mezclaran y combinasen con el paso del tiempo, mediante el intercambio de suficientes genes, hasta desembocar en una especie que se convirtió en el ancestro común de todas las formas de vida actuales de la Tierra. De un modo u otro, todas las formas de vida aún estarían genéticamente relacionadas.
Valiéndose de potentes herramientas informáticas y aplicando estadística bayesiana, Theobald ha descubierto que las evidencias respaldan abrumadoramente a la teoría de Darwin de la ascendencia común universal, con independencia del papel de la transferencia horizontal de genes o de los posibles orígenes múltiples de la vida. La ascendencia común universal es millones de veces más probable que cualquier teoría sobre múltiples linajes independientes.
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