La evolución del sueño es uno de los grandes misterios de las neurociencias. Durante muchos años se creyó que el sueño era un proceso pasivo en el cual el cerebro dejaba de recibir y procesar información. Pero los descubrimientos sucesivos, entre los cuales destaca el del REM por Aserinsky y Kleitman en 1953 [1] demostraron que el sueño es un proceso activo. Ante este convencimiento, una pregunta inmediata fue la de por qué la selección natural había favorecido la aparición de un estado aparentemente indefenso y que resta tiempo a otras actividades necesarias para la vida. Buscando una respuesta, pronto se iniciaron algunos estudios en animales no mamíferos. En general, los resultados fueron escasos y muchas veces contradictorios. No obstante, se propusieron algunas hipótesis que en todo caso se limitaban a suponer la antigüedad relativa de una u otra de las dos fases. La situación se ha mantenido sin grandes cambios hasta este año en el que un grupo de investigadores españoles [2] ha propuesto un conjunto de procesos evolutivos que explican la mayor parte de las características del sueño de los mamíferos. No sólo describen el origen del NREM y del REM, sino que también dan las razones por las que los dos estados se suceden en cada episodio de sueño. Brevemente, proponen que el estado activo de los reptiles es una forma de vigilia subcortical, sin ninguna homología con la vigilia cortical de los mamíferos. Cuando estos últimos desarrollaron la corteza, la vieja y menos eficaz vigilia subcortical fue suprimida quedando convertida en sueño. Pero en este sueño siguieron manifestándose signos de la antigua vigilia de los reptiles: el comportamiento heliotérmico (‘basking’), necesario en un reptil para alcanzar una temperatura corporal óptima, se convirtió en NREM, mientras que la actividad, con momentos activos y pasivos, se convirtió en REM, conservando también fases activas y pasivas. Por último, el estado inactivo de los reptiles, se mantuvo en algunos mamíferos en forma de hibernación. Aunque el desarrollo de estas transformaciones parece implicar unas modificaciones muy profundas en el funcionamiento del cerebro, el número y la entidad de los cambios resultan ser sorprendentemente pequeños.
Por otra parte, el itinerario evolutivo propuesto también propone una explicación para el mayor de los misterios del sueño. Parece como si la evolución no se hubiera preocupado mucho por el sueño; lo importante es la vigilia. Así, la gran pregunta de ¿por qué dormimos? debe convertirse en ¿por qué nuestro sueño es tan complejo? La respuesta está en que el sueño es un cajón de residuos evolutivos que se ha ido llenando a medida que se desarrollaban vigilias más eficaces.
[1] Aserinsky E, Kleitman N. Regular occurring periods of eye motility and concomitant phenomena during sleep. Science, (1953), 118:273
[2] Rial R.V, Akaârir M, Gamundí A, Nicolau C, Garau C et al. Evolution of wakefulness, sleep and hibernation: From reptiles to mammals. Neurosci. Biobehav. Rev. (2010), doi:10.1016/j.neubiorev.2010.
Rial R.V, Akaârir M, Gamundí A, Nicolau C, Garau C et al
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