martes, 5 de julio de 2016

¿Los bebés imitan realmente a los adultos?


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La reciente investigación pone en duda que los humanos nazcamos con la capacidad de imitar. La probabilidad de que los bebés del estudio reprodujeran los gestos de sus progenitores eran las mismas de que no lo hicieran.
Ya en las primeras semanas de vida, los bebés empiezan a imitar los sonidos, los gestos y las expresiones faciales de otras personas, sugieren numerosos estudios llevados a cabo en los últimos decenios. Por el contrario, investigadores de la Universidad de Queensland han demostrado en fecha reciente que, al parecer, los bebés no son imitadores natos.
Según argumentan los autores, las investigaciones que han revelado hasta ahora la capacidad innata de imitar de los humanos se limitan al hecho de que los niños sacan la lengua o abren la boca al igual que sus padres cuando ven que estos últimos lo hacen. Un comportamiento de este tipo podría deberse a una reacción del bebé ante la percepción de que mamá o papá hace algo interesante, indican.
Aprender a imitar
Los investigadores mostraron a 106 bebés 11 gestos o expresiones faciales diferentes a la edad de una, dos, seis y nueve semanas con el fin de comprobar, en un estudio longitudinal, si reproducían esos patrones gestuales. Descubrieron que, en conjunto, la probabilidad de que imitaran a sus padres era tan grande como la posibilidad de que hicieran cualquier otra cosa. Según Virgnia Slaughter, autora principal del trabajo, ello demuestra que los bebés aprenden a imitar, bien observando cómo una persona imita a otra o bien viendo cómo los imitan a ellos mismos. Al principio, los padres reproducen los gestos de su hijo cada dos minutos, señala la investigadora.
«Los resultados demuestran que ciertas conductas humanas no son innatas», afirma Slaughter. Hasta ahora, la capacidad de imitar se había considerado, junto con la del lenguaje, una característica de los humanos.
El equipo prevé estudiar el fenómeno en niños de hasta dos años, con el fin de averiguar a qué edad se empieza a imitar a los demás. «En etapas posteriores, los niños copian las acciones de otros, pero la hipótesis controvertida de que ello ocurre desde el momento del nacimiento debe replantearse», concluye Slaughter.
Más información en Current Biology
Fuentes: Spektrum.de/ Daniela Zeibig y Universidad de Queensland

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