La expresión de la victoria de quien obtiene una medalla de oro, y la de abatimiento de quien no llega a finalista son innatas y biológicas, en vez de respuestas al éxito y al fracaso aprendidas, según un estudio de la Universidad de la Columbia Británica que ha utilizado datos sobre las reacciones físicas de personas de diversas culturas, recogidos en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos del 2004.
En lo que es el primer estudio de este tipo, Jessica Tracy, psicóloga investigadora de la citada universidad, analizó cómo se expresan el orgullo y la vergüenza en cada cultura, y con especial atención entre los invidentes congénitos. Ella comparó las expresiones no verbales y el lenguaje corporal de videntes, invidentes que no siempre lo fueron, e invidentes congénitos, todos ellos competidores de judo, que representaban a más de 30 países, entre ellos Argelia, Taiwán, Corea del Norte, Ucrania y Estados Unidos.
El orgullo, al contrario del miedo, el enojo o la alegría, que se categorizan como emociones primarias, ha recibido en el pasado poca atención por parte de la investigación científica, tal como subraya Tracy. En ese sentido, su trabajo viene a llenar un hueco, pues explora cómo ha evolucionado el orgullo a través del tiempo como respuesta biológica humana innata y cómo ha conformado la dinámica social.
Los resultados de Tracy demuestran que los individuos estudiados exhibieron comportamientos específicos de orgullo y de vergüenza en respuesta a las mismas situaciones de éxito y de fracaso.
Como las personas con ceguera congénita no pueden aprender los gestos y expresiones faciales de orgullo y vergüenza observándolas en otros, es lógico suponer que sus reacciones espontáneas de esa clase ante la victoria o la derrota deben ser innatas. La coincidencia con el mismo tipo de comportamiento en videntes apunta a que se trata de un rasgo biológico común a todos los humanos, en vez de un comportamiento aprendido.
Tracy y David Matsumoto, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de San Francisco, analizaron fotografías tomadas por un fotógrafo oficial de la Federación Internacional de Judo que no conocía las metas específicas de la investigación. El fotógrafo tomó sistemáticamente imágenes de los atletas durante e inmediatamente después de cada pelea, durante aproximadamente 15 segundos, lo cual le permitió obtener una serie de imágenes, momento a momento, de cada rasgo conductual de expresión facial y gestos corporales.
Los investigadores codificaron las posturas de la cabeza, los brazos y el cuerpo de los atletas. Comprobaron que los vencedores, tanto videntes como invidentes, y de todas las culturas, tendían a levantar sus brazos, elevar su cabeza como mirando al cielo, e hinchar el pecho. También resultaron muy universales las expresiones de derrota, que incluyeron los hombros caídos y el pecho contraído.
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