miércoles, 27 de mayo de 2009

Planeamiento femenino

"Mientras ellos tienden a la acción física inmediata, ellas aislan a sus rivales y piensan más la conducta que ejercerán contra el otro", destacó la UIA en un comunicado.

Las conclusiones aparecen en un estudio electroencefalográfico y neurovegetativo de adultos con altos niveles de agresividad, efectuado por el doctor Óscar Galicia Castillo, investigador de esa universidad jesuita.

El también director del Laboratorio de Neurociencias de la UIA dijo en la nota que de acuerdo con la clase de "manifestaciones conductuales" que exponen los sujetos se puede distinguir el tipo de agresión que ejercen.

El académico y su equipo de investigadores realizaron más de 90 pruebas a hombres y mujeres con características agresivas en el Centro de Reinserción Social (penal) de Atlacholoaya, en el central estado de Morelos.

Mediante pruebas de personalidad, cuestionarios socioeconómicos y análisis electrofisiológicos, el doctor encontró que las mujeres son más "proactivas" y los hombres más "reactivos".

Cuando la persona reacciona con alta actividad emotiva ante un estímulo desagradable y no puede controlar su exaltación se le denomina como agresor reactivo.

En cambio, "cuando la respuesta emocional es más débil, el sujeto se presenta calmado y planea su estrategia para disparar su enojo en el momento que lo requiera, se le designa como agresor proactivo", destacó Galicia Castillo.

Mientras que el 70 por ciento de la población masculina del Centro de Rehabilitación seleccionado agredía físicamente ante un estímulo negativo, sólo el diez por ciento de las mujeres recurría a los golpes, porque la mayoría prefiere "aislar" a quienes las hacen enojar.

El objetivo de la investigación, según el académico, es "comprobar la existencia de distintas formas de funcionamiento cerebral en cada tipo de agresor".

Galicia Castillo supone "que existen personas mucho más susceptibles a ser agresivas por su propia configuración cerebral".

Cuando esta situación "se asocia con condiciones sociales adversas y hostiles, muy probablemente se tendrá a una persona que puede transformarse en un facineroso", precisó.

El experto explicó que este fenómeno posiblemente se relaciona con las diferencias de "papeles laborales" que se acentuaron en el cerebro hace más de cien mil años.

El varón se encargaba de la caza para brindar el alimento al hogar, debía ir detrás de la presa y matarla, mientras la mujer se quedaba en la aldea recolectando frutos.

Al contrario de los hombres, la jerarquía en las mujeres no se establecía con base en la fuerza física, sino en quién podía ser una mejor dirigente, explica el neurocientífico mexicano.

Por estas circunstancias "el hombre desarrolló más el sistema límbico, es decir, el área cerebral que se encarga de toda respuesta emotiva, y las mujeres desenvolvieron mejor la zona de la corteza prefrontal, responsable de regular el sistema de las emociones", puntualizó.

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